Page 132 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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132 EL MUNDO HELENÍSTICO
Biología y medicina
Las ciencias de k vida no florecieron menos, vinculadas sobre todo
a la pasión por la observación exacta, heredada de Aristóteles, y a los
progresos de la medicina. La sede de la escuela más conocida quizá fue
se Alejandría: allí se empezó a disecar, sin duda, porque paradójicamen
te, con las prácticas de momificación, el respeto a los despojos mortales
era menos inflexible que en Grecia. Pero Cos, patria de Hipócrates y cé
lebre desde hacía mucho tiempo por su Asclepío, conservaba también
su antigua fama, igual que Cnído; de manera generalizada, en todos los
santuarios de Asclepio {especialmente en Epidauro y en Pérgamo), las
curaciones mediante tratamientos médicos sustituyeron a los milagros;
Los nombres más importantes fueron los de dos contemporáneos na
cidos a finales del siglo IV. Herófilo de Calcedonia fue uno de los pioneros
de la anatomía, Descubrió el sistema nervioso y explicó su funcionamien
to general, demostrando la función de la médula espinal y deí cerebro, Es
tudió el ojo y el nervio óptico y estableció el diagnóstico a través del pulso.
Erasístrato de Céos es el verdadero fundador de la fisiología; se especiali
zó en el estudio de la circulación, tuvo la intuición de cuál era el papel de
los vasos capilares y, aunque dijo que las arterias contentan aire y que sólo
las venas transportaban la sangre, sus descubrimientos en ese ámbito no
fueron superados hasta Harvey.
El médico continuó siendo uno de los personajes sociales más nobles
del mundo griego. Sin dejarse influir demasiado por Oriente, siguió
practicando una medicina laica y científica, deudora de las grandes filo
sofías helénicas. Era mucho más que un técnico de la curación; era una
autoridad moral de quien también se esperaba consuelo psicológico. En
las cortes reales, especialmente de los lágidas, el médico era atentamen
te escuchado y gomaba de un prestigio incomparable.
La ciencia helenística presenta evidentes limitaciones. Aunque las
matemáticas penetraron en nuevos ámbitos, no había un sistema cohe
rente de notación de los números,27 y habría que esperar häSt#©iöfanto,
en el siglo III de nuestra era, para que se esbozara una notación algebra.Í-
27. Las unidades, decenas y centenas seguían escribiéndose medíante letras dei al
fabeto. Por ejemplo, a ’- l, i’ = 10, p’ s 100, pux’ ~ i ! i..., un sistema suficiente para las
necesidades del comercio, pero no para las de la ciencia.