Page 133 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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LA. ÚLTIMA MÜTACÏÔN DEL HELENISMO ESPIRITUAL 133
ca —por otra parte, todavía rudimentaria—. Además, la carencia de ins
trumentos de observación se dejaba sentir muy severamente en las cien
cias de la naturaleza. Sin embargo, ios progresos realizados causan estu
pefacción. Decía Leibniz que «aquel que comprende a Arquímedes y
Apolonio, admira menos a los modernos». Tamaña floración es aún más
remarcable por cuanto supone, en definitiva, el fin de la ciencia antigua:
en ese terreno, los romanos apenas hicieron un esfuerzo especulativo co
mo el de los griegos y la humanidad, hasta que llegaron los grandes des
cubrimientos del Renacimiento, vivió del capital intelectual acumulado
en Alejandría, Roelas o Pérgarao.
ÜN ARTE DEL HOMBRE
Si la filosolia y k ciencia nos han trasladado al interior de los «tem
plos serenos», cuyo acceso estaba reservado a unos pocos especialistas,
el arte nos devuelve a lo cotidiano. De hecho, ninguna época reclamó
tanto a los artistas que embellecieran el marco de la vida diaria. Cuanti
tativamente, la producción fue prodigiosa: se construyó febrilmente y
las grandes excavaciones arqueológicas han sacado a la luz miles de es
tatuas o estatuillas destinadas a decorar los edificios. Nunca hubo tan
tos arquitectos, escultores y pintores. Ello es debido, en primer lugar, al
hecho de que el mundo helenístico era próspero, y ios reyes considera
ban un deber rodearse de hombres capaces de ilustrar sus capitales o
sus residencias. Y también se debe, en segundo lugar, a que la burgue
sía era numerosa y rica, amante tanto del arte como de las letras, y que,
en su seno, las tendencias evergétícas se desarrollaron tanto como en la
cortea
Fi arte se volvió laico, ya que, a la sazón* los grandes clientes eran re-·
yes y burgueses. Desde luego que se conservó una arquitectura y escultu
ra religiosas, pues no había ciudad griega sin santuario, y la urbanización
es uno de los fenómenos más característicos de la época. Pero, con algu
nas excepciones, ya no se da el impulso de la le: apenas se innova en la
construcción de templos y la mayoría de las veces se aplican recetas a>
nocidas; la estatuaria se complace en representar divinidades muy huma
nas, y la escena de género suele reemplazar al tema religioso. En cambio,
se multiplican ios edificios civiles en hermosas ciudades, organizadas si
guiendo un urbanismo racional; palacios y’ mansiones particulares rivali
zan en lujo y confort.