Page 157 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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LA  ÜLTÍMA  MUTACION  DEL  HELENISMO  ESPIRITUAL

     mento, dejaremos de lado ei budismo y el brahmanismo, de los que ya
     tendremos ocasión de explicar (véase la pág, 2 2 1) que ejercieron  tam­
     bién su atracción sobre los griegos de la diaspora más orienta!,
        La frigia Cibeles (llamada también la Abuela o la Madre de los dio­
     ses), helen izada desde hacía mucho tiempo, ganaba adeptos a diario, es­
     pecialmente en el reino de Pérgamo, donde los romanos hallaron, un día
     infortunado, la piedra negra que entronizarían solemnemente en Roma,
     en un templo sobre el Palatino (204). La propia Alejandría fue conquis­
     tada, y un curioso documento del museo del Cairo revela los extraños
     sincretismos que unían a la anciana diosa de Asia con Rea, la divinidad
     cretense, asistida por demonios guerreros, los curetes, no sin curiosas re­
     ferencias a la astrolatría, pues los planetas también aparecen representa­
     dos en tal documento, El elemento más novedoso del culto era que Atis
     aparece cada vez más junto a su divina amante, servido por eunucos, ce­
     losos imitadores de un dios que, en su locura, se había castrado. Las ba­
     rreras de decencia y razón que ei helenismo había erigido durante siglos
     con el culto metropolitano cayeron y, en lo sucesivo, Cibeles se mostra­
     ría, en Frigia o en Creta, tal como era realmente: una Abuela orgiástica,
     dueña de todos los frenesíes. Lo mismo puede decirse de las divinidades
     sirias, especialmente de la «diosa siria», honrada en misterios obscenos
     en los que se exaltaba su carácter resueltamente naturista.
        El prestigio de Egipto era aún mayor. Los griegos eran sensibles a la
     monumentalidad de templos y tumbas, a la coherencia de una espiritua­
     lidad en que cultos, rituales y creencias formaban un conjunto orgánico,
     ai mensaje de inmortalidad de una religion abierta y optimista. Los cul­
     tos autóctonos estaban aun perfectamente vivos, como lo demuestra uno
     de los templos más bellos de ia época tolemaica, el de Edíu (véanse las
     págs. 134-135) : eh kilómetros de inscripciones ; los hierogramáticos han
     reunido de manera sistemática el compendio de todos los conocimien­
     tos sagrados, de geografía, de estructura del mundo sideral, de mitos, de
     historia y de liturgias de santuario; Las fiestas conservaban su suntuosi­
     dad, ya se tratase del sérvíclo cotidiano o de las grandes solemnidades,
     como ia coronación del faraón, la victoria, o la «buena reunión» (hiero
     gamía de Lloras y Hator).52 En la propia Tebas, a la sazón desposeída de



        52.   La liturgia no deja de impresionar  sei vicios  regulares cotidianos {gran servido
     por ia mañana para abrir la mas y despertar al dios; servicios secundarios a mediodía y por
     ia noche para alimentarlo) y solemnes (en ios primeros días de las décadas y en ios días de
     las (ases lunares); a los que se añadían las fiestas organizadas según un calendario regular,
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