Page 156 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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156                   EL  MUNDO  HELENÍSTICO

      radas de todos los enfermos seguían dirigiéndose a Asclepío: con su gene­
      rosidad innata, plasmada en tantas estatuas y relieves déla época, se com­
      padecía de los sufrimientos y aseguraba la curación. Las sucursales de Epi­
      dauro, especialmente Cos y Pérgamo, se llenaron de suntuosos edificios
      que evidenciaban su riqueza;10 tales santuarios se convirtieron en auténti­
      cas escuelas de medicina (véase la pág. 132), tanto más cuanto que los mi­
      lagros escaseaban y que, a la sazón, el dios sanaba gracias a los tratamien­
      tos impuestos por sus sacerdotes-médicos. Se produjo, por tanto, cierta
      racionalización en aquel culto, progresivamente encaminado al Epidauro
      romano, que era tanto un balneario como un hteron de tratamiento»
         Asimismo, Dionisos acrecentó su influencia sobre los espíritus.51 Por
      su condición sincrética, iba asociado a otras divinidades,· a las «dos dio­
      sas» de Eleusis, al Apolo de Delfos, a la Artemisa de Efeso y a la Cibeles
      de Asia. La literatura y el arte prueban la profundidad del movimiento
      dionisíaco, que, por otra parte, proseguía sus conquistas en Europa y en
      la propia Roma (véanse las págs. 202 y sigs.). El éxtasis seguía siendo la
      recompensa del creyente que se abandonaba enteramente a la locura de
      inspiración divina, pero, gradualmente, se fue imponiendo una soterolo-
      gía, o fórmula de salvación, dionisíaca a través del amor. Ciertamente, no
      todos los fíeles comprendían el fondo de la doctrina y muchos, a buen se­
      guro, se dejaron llevar por las facilidades de un misticismo cuya fuente
      primigenia era la embriaguez; pero basta observar los frescos de la villa
      Item (véase la pág. 70) para entender lo que aportaban a los espíritus más
      elevados los misterios del dios que seducía el alma como sedujo a Ariad­
      na, que se abandonó sobre su pecho con una felicidad Indescriptible.

      El triunfo de Oriente


         Pero los dioses de Oriente tenían un atractivo —debido en parte a
      su exotismo y misterio— al que Grecia no fue demasiado sensible hasta
      el 420 y que triunfó durante la época helenística, cuando los griegos ocu­
      paban sus propios centros de culto. El influjo de Asia fue considerable,
      mientras que disminuyó el de Trada y se acentuó el dé Egipto. De mo-



         50.  La importancia de Us construcciones erigidas en el Asclepio de Cos en ia época
      helenística es asombrosa: un templo jónico, una leskhé (lugar de reunión, una especie de
      club), y toda una terraza,  dispuesta en.voladizo, sobre-el.santuario, coa un gran  templo
      dórico.
         51.  Sobre los tekhmtes (artistas) diooisíacos, véase la pág.  169.
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