Page 158 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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158 EL MUNDO HELENÍSTICO
toda función política, -los grandes santuarios de k orilla derecha estaban
activos y bien conservados, aunque Ámón perdió su crédito en benefi
cio de otro dios solar, Montu-Re, favorecido con dotaciones por los so
beranos (véase la tabla de la página siguiente).
Casi todos los dioses egi^ entre los griegos, que se
dieron a identificacione$^ en: ocasioößS muy extrañas: ;Hator,,k diosa-
vaca, se convirtió en Mío^M^y^Epietv-k-diosa-hipopótaaio, en Deméter!
Ámón,54 Anubis y Horus d^^ipéñabím un papel importante, Pero los
corazones se emocionaban, sobre todo* con Isis, asociada a menudo a su
esposo, Osiris. A eik se consagraron; grandes y magnííkqs santuarios, co
mo el ísieio (en Behbet y Maggar) o File, y a su alrededor se desarrolló un
misticismo moderado, quç no buscaba k comunión con k diosa en k
violencia de k orgía, sino en la conversación cotidiana de la liturgia y eii
la búsqueda del perfeccionamiento moral. Existen numerosas coplas,
realizadas entre el siglo í a,G. y el siglo III d.G., de un H imnoa Isis, que se
remonta con toda seguridad al período helenístico, y que parece haber si
do escrito por un griego de Menfis, instruido en la religión egipcia: es una
letanía muy dulce, una traducción apenas helenizada de algún texto reli
gioso autóctono, en el que el creyente expresa su reconocimiento y ado
ración por aquella a quien la humanidad debe tantos favores.
Incluso formas mucho más elementales de k piedad egipcia, como k
zoolatría, tuvieron gran éxito entre los griegos. Al margen del Apis de .·.■■
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Menfis, se conoce bien el santuarip grecorromano de Tot en Hermópo-
lis, acondicionado especialmente para la cría de animales sagrados, con
fuentes para los ibis, palmeras para los babumos y galerías para k sepul
tura de ibis y de los babuinos, debidamente momificados: eran numero-
sos los peregrinos que subían a rendir homenaje a aquellos animales,
considerados como «el gran alma de dios en la tierra».
El influjo egipcio sobre el mufido mediterráneo tue extraordinario,
aunque no se trate, en propíedady de «n fenómeno nuevo: desde Hero
doto, si no desde Homero,: los^griegos sablait que Egipto era el país de
Las inscripciones de ese «libro de piedra» que es el templa de Edfu nos han proporcio-
nado un auténtico ordo litúrgico,
33. Las más corrientes eran las siguientes: Amón = Zeus; Isis ~ Deméter; Osiris =
Dionisos; Hator - Afrodita; Tot - Hermes; Imhotep = Asclepio; íonsu = Heracles... Al
gunos ya se encuentran en Herodótd. Naturalmente, había muchas incoherencias: Isis
también podía ser Afrodita (véanse !as págs. 163-164).
54. Cabe notar, sin embargo, que Amón, en la época heleaístiea, ya no se extendió
hiera de Egipto.