Page 174 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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174                   EL MUNDO HELENÍSTICO

      llevaban hasta sus puertos el ámbar del Báltico (por otra parte, muy poco
      apreciado en aquella época) y el oro del Altai. Más adelante veremos (véa­
      se la pág. 233)  que una larga pista procedente de China y que cruzaba
      Mongolia desembocaba en Olbia. Por otra parte, se intensificaron los có­
      modos enlaces con el gran Norte a través de la llanura rusa. Los hallazgos
      de huesos y astas de reno en Olbia son característicos de dicha expansión
      del tráfico, lo mismo que los restos de un oso polar en Alejandría. En el ta­
      ller de un toréutico de Menfis, se halló un relieve de yeso que representa a
      una mujer, vestida con una larga pelliza, ordeñando a la hembra de un re­
      no, junto a un reno erguido y dos perros sentados: evocación pintoresca,
      muy propia del gusto alejandrino, de la vida en el extremo Septentrión.
         Ciertamente, en comparación con el del Mediterráneo, el helenismo
      de la Póntica empalidece y, entre los nacidos en Borístenes, apenas si puede
      citarse al cínico Bión y al estoico Esfero, consejero de Cleomenes III. En
      ocasiones, el helenismo se ve contaminado por los nativos, que se instala­
      ban en las  ciudades griegas en cada vez mayor número: en la pequeña
      ciudad de Citea, una inscripción del siglo III menciona un templo dedi­
      cado a una divinidad anónima, el «dios tonante».

      La helenización de los escitas y los sármatas

         1.   Entre las profundas transformaciones del mundo escita surgidas
      de su prolongado contacto con el helenismo, ninguna fue tan importan­
      te como la urbanización. Los escitas tendían a renunciar a la vida nóma­
      da y a establecerse en grandes aglomeraciones. En el siglo II construye­
      ron una nueva capital, Neápolis (cerca de la actual Simféropol), griega
      de nombre y estructura. En el interior de las murallas, que mantenían la
      tradición escita, se ha hallado un pórtico dórico de tipo helenístico con
      aparejo isódomo, casas decoradas con frescos, esculturas e inscripciones
      griegas. No muy lejos del recinto se erigía el mausoleo de una gran fami­
      lia aristocrática (siglo II), de construcción bastante tosca, pero cuyos se­
      pulcros de superficie eran hasta entonces desconocidos en Escitia.
         Al mismo tiempo se consolidó el poder real, visible con la aparición
      de la moneda, acuñada en Calatis a mediados del siglo IV por Ateas, el
      poderoso monarca. Asimismo, se reforzó la aristocracia: los nobles se ro­
      dearon de objetos griegos de gran lujo, que se llevaban consigo a la tum­
      ba. Su estilo de vida y refinada cultura eran desconocidos por la mayo­
      ría, lo que entrañaba una diferenciación social más intensa, tal como han
      demostrado los historiadores de la antigua Unión Soviética.
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