Page 208 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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208                   EL  MUNDO  HELENÍSTICO

     nit y generan una vegetación espinosa, lo que permite una floreciente ga­
     nadería. Los árboles favorecen la labor del mineral de hierro, muy abun­
     dante en toda la región: en las excavaciones se han hallado escoriales de
     9 m de altura de la época helenística, de modo que el sobrenombre de la
     «Birmingham africana» (Sayce) no es nada exagerado. La siderurgia, de­
     sarrollada de forma muy notable, fue importada del Egipto lágida.  Fi­
     nalmente, una verdadera encrucijada de vías fluviales y rutas terrestres
     justifica su función comercial:35 los valles del Nilo Blanco, del Nilo Azul
     y del Atbara, con una red de pistas que llevaban al centro de África a tra­
     vés del Kordofan y el Darfur, a las altas mesetas abisinias y la costa de los
     Somalíes, a Egipto a través de Napata y Kerma, y al mar Rojo.
        Aunque la  civilización meroítica muestra una indudable originali­
     dad, especialmente visible en el abandono de la escritura egipcia y en la
     aparición, hacia 200, de una nueva escritura,36 la influencia del helenis­
     mo fue considerable, tanto del sirio como del egipcio (fácilmente expli­
     cable por la intensidad de las relaciones con Arabia y Petra). El baño del
     palacio real de Meroe es de puro estilo helenístico y las tumbas de los re­
     yes o de las grandes personalidades contienen abundantes objetos grie­
     gos (lámparas y trípodes de bronce, gemas, tallas).
        La influencia griega fue mucho más allá, pero es difícil de calibrar,
     debido a la ausencia de excavaciones metódicas. En plena Abisinia, no
     lejos de Maqalié, se descubrieron cuatro pequeñas copas de metal llega­
     das, sin duda, del Egipto helenístico. Pero cabe preguntarse si llegaron
     a esa elevada meseta a través de una pista que conducía de Meroe a Ak-
     sum, lugar donde ha aparecido una estela de Horas sobre los cocodrilos,
     o si más bien desembarcaron en Tio (en el mar Rojo), donde se han ha­
     llado ánforas alejandrinas, para finalmente atravesar, en ambos casos, el
     desierto dankali.



     El hierro y el oro del Africa negra

        Al margen  de los ámbitos  cusitas,  donde era intensa, la influencia
     griega también llegó al África negra. A orillas del Lualaba (Katanga) se


        35.  Se trata de un comercio de trueque, ya que, a la sazón, «Etiopía» no conocía la
     moneda.
        36.  Por lo demás, la escritura meroítica (en vías de ser descifrada) deriva de los je­
     roglíficos.
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