Page 210 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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210                    EL  MUNDO HELENISTICO


     La encrucijada árabe

         Arabia,  completamente poblada por semitas,  formaba un  enorme
     cono entre los reinos seléucida y lágida.  Como ya les había sucedido a
     los persas, el carácter inhumano de su clima la había excluido de las ha­
     zañas de Alejandro, por lo que, después de éste, siguió siendo indepen­
     diente.  Sin embargo, desempeñó una doble e importante función en la
     vida económica del mundo helenístico.
         Por un lado, en su parte meridional  (la Arabia Feliz), era relativa­
     mente fértil, y las plantas aromáticas (especialmente el incienso, la mirra
     y la canela) crecían en abundancia. Hacia el 300, se formaron cuatro pe­
     queños reinos semíticos — Sabá, Hadramawt, Ma’in y Qataban— . Du­
     rante mucho tiempo vivieron del comercio de las plantas aromáticas, de
     las que el mundo griego hacía gran uso, tanto para la liturgia como para la
     perfumería y la cocina.
        Por otra parte, Arabia era como el nexo de unión entre África, Asia
     y el mundo mediterráneo. Bañada por el mar Rojo y el golfo Pérsico, re­
     cibía por vía marítima los productos del continente africano y de la In­
     dia. Los nómadas que habitaban la parte septentrional —especialmente,
     los gerreos y los nabateos de Petra— eran, ante todo, caravaneros; ha­
     cían  convergir los  productos  de  Oriente y Occidente,  como los  de la
     propia Arabia, en Petra, sobre todo plantas aromáticas, pero también
     oro y animales salvajes (leones, tigres, leopardos, avestruces). El admira­
     ble enclave de Petra, refugio inexpugnable en medio de su círculo de
     montañas, ya fue descrito por Diodoro (2, 48): «Inmenso peñasco, for­
     taleza natural: sólo puede llegarse por un estrecho sendero, por el que
     pasan unos pocos hombres tras despojarse de sus armas; hay también un
     gran lago que produce mucho asfalto y del que extraen grandes benefi­
     cios».  Los  nabateos,  cuya  capital  era Petra, llevaban  seguidamente los
     tesoros acumulados hacia Gaza, centro de redistribución37 hacia los puer­
     tos sirios y Alejandría, que podía alcanzarse por mar o por una complica­
     da ruta hacia Pelus, organizada seguramente en tiempos de la dominación
     persa a través de una tierra de lagunas y dunas carentes de agua potable.
     A partir del siglo II, las alfarerías y las monedas griegas (las piezas son mu­
     cho más seléucidas que lágidas) demuestran la intensificación de las rela­
     ciones comerciales con el mundo mediterráneo.


        37.    Según los informes de Zenón, los comerciantes que dependían de Apolonio iban
     a buscar los productos preciosos de Oriente a Gaza.
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