Page 109 - El camino de Wigan Pier
P. 109

Pero no voy a tratar aquí cuestiones políticas generales. Lo que me interesa señalar es
           el hecho de que el socialismo está perdiendo adeptos precisamente allí donde debería
           ganarlos. Con tantas cosas a su favor —pues cada estómago vacío es un argumento
           en favor del socialismo— la idea socialista es menos ampliamente aceptada que hace

           diez  años.  Hoy  en  día,  por  lo  general,  las  personas  que  piensan  no  sólo  no  son
           socialistas sino que son activamente hostiles al socialismo. Esto debe de ser efecto,
           principalmente, de métodos de propaganda errónea, y significa que el socialismo, en
           la forma que hoy nos es presentado, tiene algo de esencialmente desagradable, algo

           que aleja a la propia gente que debería apoyarlo masivamente.
               Hace unos pocos años, esto podía parecer sin importancia. Se diría que era ayer
           que los socialistas, en especial los marxistas ortodoxos, me decían con una sonrisa de
           superioridad que el socialismo llegaría por su propio peso, por un misterioso proceso

           llamado «necesidad histórica». Es posible que esta idea tenga aún alguna vigencia,
           pero lo menos que se puede decir es que ha sido puesta en entredicho. De ahí los
           súbitos  intentos  de  los  comunistas  de  varios  países  de  aliarse  con  fuerzas
           democráticas a las que han estado saboteando durante años. En un momento como

           éste, constituye una necesidad acuciante descubrir por qué el socialismo ha perdido
           atractivo. Y no sirve de nada atribuir el habitual rechazo del socialismo a la estupidez
           o a la corrupción. Si se quiere vencer este rechazo, es necesario comprenderlo, lo cual
           significa ponerse en el lugar del objetor del socialismo, o, por lo menos, esforzarse en

           comprender  sus  opiniones.  Así  pues,  aunque  parezca  un  tanto  paradójico,  para
           defender el socialismo hay que empezar por atacarlo.
               En los tres capítulos anteriores he tratado de analizar los problemas sobre el tema,
           porque creo que el muy estúpido tratamiento que se da hoy a la cuestión de las clases

           puede empujar al fascismo a muchos potenciales socialistas. En el capítulo siguiente,
           hablaré de algunas cuestiones de fondo que alejan del socialismo a algunas mentes
           sensibles. En este capítulo trataré sólo de las objeciones preliminares y más simples,

           esas cosas que dice siempre en primer lugar la persona que no es socialista cuando se
           le habla del tema (aunque no me refiero al tipo de gente que pregunta «¿Y de dónde
           va  a  salir  el  dinero?»  y  cosas  así).  Algunas  de  estas  objeciones  pueden  parecer
           frívolas o contradictorias, pero esto no tiene nada que ver; me limito a hablar de los
           síntomas, de todo cuanto contribuya a aclarar por qué el socialismo no es aceptado. Y

           recuerden, por favor, que estoy argumentando a favor del socialismo, no contra él.
           Pero ahora voy a hacer de abogado del diablo. Voy a tomar la defensa de la persona
           que  simpatiza  con  los  objetivos  fundamentales  del  socialismo  y  es  lo  bastante

           inteligente para ver que el socialismo «funcionaría», pero que, en la práctica, cuando
           se habla de socialismo, no quiere saber nada.
               Al preguntar a una persona de este tipo, se obtiene muchas veces, dicha medio en
           broma,  la  respuesta:  «Yo  no  tengo  nada  contra  el  socialismo,  pero  sí  contra  los
           socialistas».  Evidentemente,  es  un  argumento  muy  pobre,  pero  válido  para  mucha

           gente. Al igual que ocurre con el cristianismo, la peor propaganda del socialismo son



                                        www.lectulandia.com - Página 109
   104   105   106   107   108   109   110   111   112   113   114