Page 79 - El camino de Wigan Pier
P. 79

de Kensington y Earl’s  Court,  van  muriendo  los  que  la  conocieron  en  sus  días  de
           gloria, vagamente amargados ante un mundo que no se ha comportado como debiera.
           Cada vez que abro un libro de Kipling o entro en una de esas inmensas y muertas
           tiendas que fueron en tiempos atracción favorita de la alta clase media, pienso «Sólo

           cambio y decadencia veo en torno a mí». Pero, antes de la guerra, la alta clase media,
           aunque no era ya tan próspera como había sido, se sentía aún segura de sí misma.
           Antes de la guerra, un hombre era un señor o no lo era, y si era un señor se esforzaba
           en vivir como tal, fueran cuales fueran sus ingresos. Entre las familias que disponían

           de  400  libras  anuales  y  los  que  tenían  2000,  o  incluso  1000,  existía  una  gran
           distancia, pero las familias de 400 libras anuales hacían todo lo posible por ignorarla.
           Probablemente, la señal distintiva de la alta clase media fuese el hecho de que sus
           ocupaciones no eran en absoluto comerciales, sino, sobre todo, militares, burocráticas

           y profesionales. Los miembros de esta clase no poseían tierras, pero ellos tenían la
           sensación  de  ser  terratenientes  a  los  ojos  de  Dios,  y  mantenían  una  posición
           semiaristocrática evitando dedicarse al comercio y siguiendo carreras profesionales y
           militares.

               Antes, los niños tenían la costumbre de contar los huesos de ciruela que había en
           sus  platos  y  adivinar  su  futura  profesión  cantando  «Seré  soldado,  marino,  cura,
           médico,  abogado»,  e  incluso  ser  «médico»  era  ligeramente  inferior  a  las  demás
           posibilidades,  e  incluido  sólo  por  razones  de  simetría.  Pertenecer  a  esta  clase  con

           unos ingresos de 400 libras anuales era una situación muy especial, pues implicaba
           que  la  pertenencia  a  la  clase  de  los  señores  era  casi  únicamente  teórica.  Por  así
           decirlo, se vivía a la vez a dos niveles. Las familias de este grupo sabían cómo tratar a
           los criados y las propinas que había que darles, pero tenían un solo criado fijo, dos a

           lo sumo. Sabían cómo había que vestir y cómo había que pedir una cena, pero nunca
           podían permitirse el lujo de ir a un buen sastre o de comer en un buen restaurante.
           Sabían cazar y montar a caballo, pero no tenían caballos que montar ni un palmo de

           tierra  donde  cazar.  Esto  explica  la  atracción  que  ejerció  la  India  (y,  más
           recientemente, Kenia, Nigeria, etc.) sobre la baja alta clase media. Los hombres que
           iban allá en calidad de militares o de funcionarios no iban a ganar dinero, pues a los
           militares  y  funcionarios  no  les  interesa  el  dinero,  sino  que  lo  hacían  porque  en  la
           India, donde los caballos eran baratos y la caza libre, y donde había cantidades de

           criados nativos, les era fácil vivir como señores.
               En  este  tipo  de  «buena  familia  que  mantiene  las  apariencias»  existe  más
           conciencia de pobreza que en cualquier familia de la clase obrera que esté por encima

           del  nivel  del  subsidio  de  paro.  El  alquiler,  la  ropa  y  las  cuotas  de  la  escuela
           constituyen una inacabable pesadilla, y todo lujo, aunque se trate de una cerveza, es
           un malgasto inadmisible. Prácticamente todos los ingresos de la familia se invierten
           en el mantenimiento de las apariencias. Es evidente que este tipo de gentes están en
           una  situación  anómala,  y  uno  se  sentiría  tentado  de  calificarles  de  simples

           excepciones  y  de  no  tenerles  en  cuenta.  Pero,  en  realidad,  son,  o  eran,  bastante



                                         www.lectulandia.com - Página 79
   74   75   76   77   78   79   80   81   82   83   84