Page 242 - Biografia
P. 242
Yo Beto: Una Historia Chévere para contar
Dentro de Corferias, en el centro Antonio Nariño, donde se realizan diferentes ferias
y exposiciones a nivel nacional e internacional, a veces las empresas comerciales fir-
man convenios, para que vendan sus productos exclusivamente dentro de los pabello-
nes organizados para la exhibición del producto, según el tipo de feria. La explicación
quedo un poco enredada, pero cuando desee, estimado lector y lectora, lo acompaño
para su comprensión a nivel de mercado y publicidad. Ahora si, a que viene el cuento.
En esta feria de exposición, que ya no recuerdo de que era, Postobón había adquirido
la venta de sus productos de forma exclusiva. Nosotros, o sea coca-cola, lanzábamos
Coca-Cola en lata. Ese domingo, instalamos escenario, degustación, presentación de
artistas en vivo, además como show central, la presentación del robot de Coca-Cola,
que fue la sensación. Todo eso lo teníamos que hacer por fuera de las instalaciones de
Corferias.
Además de la animación y coordinación del evento central, y para sacarles aún más
la piedra a nuestros disque “amigos” de Postobón, fui el encargado de un grupo de
lindas jóvenes, preciosamente uniformadas y dotadas con carritos, como los usados
en los supermercados y con forma de lata de Coca-Cola. Las organizamos alrededor
de Corferias, en una modalidad que se llamaba “venta al paso”. Como nuestra com-
petencia, Postobón, no podía hacer nada para impedir nuestra promoción y venta, me
echaron la policía del sector, como teníamos todos los permisos requeridos, hable con
el comandante del operativo, pero me la monto por “vendedor ambulante” y ahí si, o se
llevaban el producto decomisado y a las chicas detenidas, o yo, como representante de
la compañía, iba detenido. Decidí hacer lo segundo y con todo y camioneta de sonido
me metieron por 24 horas a la cárcel. Llame a mi jefe inmediato, que si mal no recuerdo,
era Ancizar Gutiérrez. Él, muerto de risa, me llevo pollo asado con Coca-Cola, todo se
volvió fiesta y después de muchos regalos a la policía, me soltaron, que belleza, no…?
A los 4 años de edad, para un diciembre, mi madre me hizo un oso de peluche, sus
ojos eran botones y la lengua, era un pedazo de tela rojo, yo lo bauticé “mamaco” y fue
mi compañero de aventuras, aunque yo creí que me lo había traído el niño Dios.
En unas festividades del mes de julio, de corpus christi en Anolaima, no pudimos
encontrar habitación en el único hotel que había en el pueblo. Nos tocó alquilar una ha-
bitación ubicada al fondo de un campo de tejo, en las afueras del pueblo, toco compar-
tirla, porque no había más, con el supervisor de zona, José Huertas (Q.E.P.D). al medio
día del siguiente día, saque mi pie izquierdo para desperezarme y dentro de las cobijas
de mi cama, salió un alacrán, pego un salto el hijue…, con ese susto tan berraco y José,
mi compañero de cuarto, cagado de la risa, yo no sabía qué hacer. Después de unos
minutos, me repuse del susto y nos alistamos para la atención de otro día de rumba,
que en esos días, Anolaima se pone espectacular, hay que trabajar mucho.
242