Page 244 - Biografia
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Yo Beto: Una Historia Chévere para contar



               Se inauguraba el palacio de los deportes, un coliseo aledaño al centro acuático de la
            calle 63, obra financiada y promocionada por Coca-Cola. Yo ya no era promotor, sino
            supervisor de propaganda, mi función era únicamente chequear que la decoración, de-
            gustación y todo lo demás, dentro del recinto, estuviera perfecto para cuando llegaran
            los funcionarios de la alcaldía mayor de Bogotá y de Coca-Cola. Desde las 11:30 de la
            mañana, acompañe al jefe, Alberto Ramírez, a almorzar a un restaurante que estaban
            inaugurando ese mismo día en el parque de los novios, ahora es parque de Colsub-
            sidio. Como no tenía que hablar por micrófono ni hacer ninguna presentación en el
            escenario principal, nos dedicamos a tomar guaro ventiao con el jefe en el restaurante.
            A eso de las 6 de la tarde, el jefe me dijo: “Debemos estar en la inauguración, por eso
            “kaman-jiar””, expresión que tenía el jefe Ramírez, para abandonar inmediatamente el
            sitio donde estuviéramos.
               Cuando llegue al palacio de los deportes, estaba más prendido que un pesebre y
            Hugo Loaiza, mi compañero, amigo y compadre, que estaba en sano juicio y coor-
            dinando el evento, como jefe de eventos especiales, empezó a darme pedal: “Mire
            Jorge, el escenario esta vacío y hay que probar sonido, ya va a empezar la cere-
            monia” y yo caí como una hueva. Me subí al escenario y entre gallos y medianoche,
            me acuerdo que dije: “Buenas noches, señoras y señores, en contados minutos,
            la presentación de la banda papayera de la policía”, y entonces me gritaron: “Cual
            papayera, es la presentación de la banda sinfónica de la policía nacional, no ve…?”. Yo
            no supe que hacer, se me borro la película después de semejante oso…! Imagínese lo
            que paso… pero qué tal si nos tomamos un whisky y les cuento, les parece…?




               En el incendio de los tanques de gasolina, ubicados en puente Aranda, sobre la ca-
            rrera 50, unas cuadras antes de la avenida de las Américas y frente al club militar y los
            batallones del ejército, fue terrible. Coca-Cola ayudo con la degustación para refrescar
            a la gran cantidad de bomberos, paramédicos, voluntarios y socorristas de la cruz roja.
            Participe en el grupo de propaganda de la embotelladora de Bogotá, con los modernos
            sistemas de dispensadores a la espalda, back pack, los mismos que se utilizaban para
            la venta de gaseosa en los estadios. Nunca más volví a sentir ese infernal calor que
            experimente ese día, ademas del miedo que sentía, ya que los grupos de rescate nos
            decían: “En cualquier momento vamos a volar todos por la explosión de los tanques”,
            mi Dios me dio valor para poder seguir ayudando, les cuento que me trague la muerte.





               Algo impactante, el beso que me dio en la boca “mocho viejo” a la 1 de la mañana,
             como bautizo de bienvenida, para celebrar mi ingreso al grupo de veteranos promoto-
             res de publicidad y ventas, de diferentes empresas que atendíamos las festividades y
             eventos importantes en el departamento de Cundinamarca. Esto ocurrió en 1980, ante
             más de 5000 personas, en el escenario principal del festival del retorno en el municipio
             de Fusagasugá. Si no hubiera sido así, yo no habría podido ejercer mi profesión, des-
             pués de todo, se volvió fiesta y yo fui aceptado en el grupo.



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