Page 255 - Biografia
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Jorge Humberto Barahona González



             extensión era de una manzana completa, allí crecían unos cangrejos grandes y de un
             color muy hermoso rojo y azul, eran muy apetecidos por los restaurantes de Coveñas y
             Tolú. Recién posicionado en mi cargo, note que, en unos días especiales, desde las 4
             de la mañana, llegaba un grupo de muchachos, entre los 10 y 15 años, con unos cos-
             tales y se robaban los cangrejos, para luego venderlos a los restaurantes por cinco mil
             pesos. Después de una investigación y seguimiento a estos muchachos, me toco reu-
             nirme con el jefe de ellos, para negociar y acabar con el robo de cangrejos y así crear
             una entrada económica para el hotel. Les cuento que esta gestión fue todo un éxito y
             lógicamente Hugo Orlando, mi jefe primo, se puso muy contento, si quiere saber más,
             que tal unos huesos de marrano y les sigo contando…? Sino, dejemos así ahijadito.





               A la entrada del hotel, si, del mismo Campano, había un árbol de mamoncillo, a mí
            me gusta esta fruta, por eso me causo curiosidad que este árbol se doblara de la cose-
            cha que había producido. Una mañana, llega a mi oficina de administración una familia
            completa de Coveñas, papá, mamá, cuñados, hijos, suegra, tíos, en total como quince
            personas, auténticos costeños que, no solo les gusta rumbear y mamar ron, sino que
            me di cuenta de que para los negocios también eran buenos. Me ofrecieron, ajá, com-
            prarme toda la cosecha del palo de mamoncillo, la verdad, a mí se me hizo extraño,
            como cachaco no conocía esta modalidad, pero como negocio dije, hay que aprove-
            char, ya que era buen dinero para los ingresos del hotel. Después de cerrar el negocio,
            me dieron la plata y la familia se trepo a ese árbol, parecían micos y en cuestión de
            horas, pelaron y empacaron todo el mamoncillo.


               Con mi primo jefe nos reuníamos todos los días a la orilla de la piscina, a las cinco de
            la tarde, con un vaso de whisky y yo le comentaba lo que había hecho en el día dentro
            del hotel, todo contento le comente y le entregue el dinero del producto de, según yo, el
            negocio del año para el hotel, pero Hugo me bajo los humos: “Jorge Humberto (así me
            decía cuando estaba molesto conmigo), has debido consultarme antes de hacer el tra-
            to, ya desafortunadamente no se puede hacer nada, pero perdimos dinero”, yo le dije:
            “Pero Hugo, porque…?”, me contesto: “Porque esos mamoncillos eran de doble pepa,
            ya que yo use unos abonos importados, para que la fruta se desarrollara genéticamente
            el doble, de razón el tipo hizo el negocio rápido, porque el sí sabía la ganancia que iba
            a obtener en la plaza de mercado”, yo quede frió y apenado, aprendí que en el futuro,
            cualquier negocio que fuera a hacer con los productos dentro del hotel el Campano,
            debía consultarlo antes con el dueño, jefe y primo, Hugo.





               La llegada del primer hombre a la luna en 1969, siempre quede con estas dudas,
            porque ondeaba la bandera de los Estados Unidos, por el viento…? Y si había viento,
            había aire y si había aire, porque los astronautas usaban escafandra para oxigeno…?
            Sería que no estaban en la luna sino en un set de televisión…?



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