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Yo Beto: Una Historia Chévere para contar
En ferias y fiestas en Facatativá, un caballista todo jincho, como no le prendía el vo-
lador, lo soplo, y al prenderse, lo soltó, yo estaba detrás de él, por milímetros, según el
médico del hospital, me salve de haber perdido media cara y una oreja. Todo, afortuna-
damente, se redujo a que, mis compañeros y colegas de promoción, me llevaran al hos-
pital, chorreando sangre y con un gran susto, después, tuvimos que seguir trabajando.
Comí “gallina pastusa”, con arveja, papa y salcita, quedó deliciosa, esto ocurrió en
una vuelta a Colombia, en la ciudad de Pasto. Cuando termine de disfrutar el plato, me
dijeron: “Que tal… rica…?, quiere saber porque le decimos gallina pastusa…? Puesss
disfrutemos de una poker litro al clima y le cuento el cuento, sino, dejemos así ahijadito.
El paso por la fundación la luz, para mí fue muy beneficioso y saludable, el tratamiento
duro un año porque se me acabo el dinero para seguir. Los compañeros de infortunio,
Carla Giraldo (actriz que interpreto a Lolita en la telenovela del mismo nombre), y Fer-
nando González Pacheco. Según el diagnóstico del psicoterapeuta, que le correspon-
dió atender mi caso, yo estaba enfermo de alteración del comportamiento, depresión
grado 2, ansiedad, angustia, sentimientos de culpa y baja autoestima. Para mí fue
muy duro, ya que decidí afrontar el tratamiento sin medicamentos, sin acompañamiento
familiar (ya que nunca me creyeron) y sin hospitalización, es decir, a palo seco, defini-
tivamente, yo soy un berraco. Fue muy duro, difícil y complejo, si desea más detalles,
pues gaste un néctar granizado verde, porque todo yo…? Todo yo…?
Desde 1967, año en el que llegamos al barrio Simón Bolívar, jamás se presenta-
ron problemas con nuestro vecino, don Alonso Ramírez, el fuerte empresario del
agua potable y su familia. Inclusive, en su momento, pude haber sido el yerno del
señor y señora Ramírez. En 1993, el hijo mayor del señor Ramírez, William, que ya
no vivía ahí, y entre otras cosas, se enloqueció por leer y tratar de entender la bi-
blia, monto un hogar de paso en la casa de los papas, ustedes no se imaginan que
es esto, por encimita les cuento. Cobraban 10.00 pesos por persona, noche de alo-
jamiento, todos los días estábamos rodeados, con mi madre, de indigentes, recicla-
dores, viciosos, ñeros, etc. Más de 40 individuos en esa casa, el olor a marihuana
era insoportable y lo peor era que entraban 2 perros vivos y en la mañana salía uno.
Tenía 6 años, lo vi en yerbabuena, la sede principal del instituto Caro y Cuervo, don-
de trabajaba mi padre, para mí, el mejor declamador y dramaturgo bogotano, el señor
Víctor Mallarino Botero, siempre me impacto su presencia y sabiduría en las artes es-
cénicas y además su obra escrita, “Pregones de Bogotá”.
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