Page 190 - LIBRO ERNESTO
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Ernesto Guerra Galarza
triunfo, conseguido en el altar mayor de los argentinos, en la cancha de
River, en el mítico Monumental. Las estadísticas dirán que fue empate,
pero Ortubé y todos los argentinos, comenzando por Carlos Bilardo y
sus jugadores, saben que ese día triunfó Ecuador.
Jamás habíamos empatado en Buenos Aires. Creo que aquel resultado
de la Copa América 83, era conjuntamente con la victoria de la selección
ante Colombia, por 1 a 0 en Barranquilla con gol del ‘Chanfle’ Muñoz
por las eliminatorias para el Mundial de Inglaterra 66, lo mejor, o
mejor dicho los únicos dos éxitos que habíamos cosechado jugando en
cancha visitante.
En aquellos tiempos, Ecuador tenía que ser un gran equipo para
jugarle de igual a igual a Argentina, y más en su casa. A Brasil, Uruguay
y Argentina no les ganaba nadie.
El regreso a Quito fue conmovedor. Una multitud se congregó en el
terminal aéreo para saludar y reconocer la titánica tarea de un grupo de
jugadores que pusieron corazón, esfuerzo, pundonor, trabajo y ‘Factor
H’ . Esa vitamina especial que solo adorna a los hombres de verdad. La
gente ovacionaba sin cesar y gritaba: “Lupo presidente”, premiando la
tarea del rústico goleador, que había luchado como un titán frente a la
dura zaga argentina.
Es justo decir también, que aquel triunfo que unió al Ecuador, desde
el estrato más pobre hasta el más alto, desde el lustrabotas hasta el
ejecutivo, fue la piedra angular para confiar en nuestros jugadores y
para romper el regionalismo que tanto daño nos causó.
Y esa es una obra que fue guiada por Carlos Coello Martínez, pre-
sidente de la FEF en esos días, un dirigente inteligente, probo y
capaz, que entendió que había que trabajar pensando en función
de país, y en lo futbolístico planificó y puso en marcha por primera
vez, los procesos de trabajo a largo plazo, que sentaron las semillas
que fructificaron después, depositándonos en dos Mundiales. A
todo señor, todo honor.
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