Page 31 - Bochaca Oriol, Joaquín Democracia show
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con quien le plugiera prohibía a sus amantes tener relaciones con sus maridos e iniciaba los
procedimientos legales de divorcio en nombre de éstos. Incidentalmente , este siniestro personaje ,
obviamente loco , nombró cónsul romano a su caballo.
El Papa Alejandro VI (1431-1503) era un entusiasta de las orgías. Una vez utilizó como camareras
de uno de sus banquetes a cincuenta prostitutas, que servían desnudas, la mesa, y ofreció un
premio en metálico al invitado que pudiera copular más veces (43).
Sir Francis Dashwood, fue, a finales del siglo XVIII, uno de los políticos más, avanzados de su
época. Hoy lo llamaríamos un radical. Fundador del Hell Fire Club, abogaba por la implantación del
Sufragio Universal. Recordemos que en Inglaterra, entonces, sólo votaban los miembros del
llamado caucus, es decir, los notables. Sir Francis, además de ser adelantado (para su época) en
Política, lo era también en cuestiones relacionadas con el sexo. El y sus amigos aseguraban que
llegó a seducir a la Emperatriz Ana de Rusia, al disfrazarse como Rey Carlos XII de Suecia. Se
convirtió al Satanismo después de oir al Diablo (de hecho, era el ruido hecho por dos gatos
copulando en la noche). Organizó elaboradas orgías con participantes disfrazados de curas y
monjas. Uno de los padres de la gran democracia americana, Benjamin Franklin, fue miembro de
su iglesia. Su templo, donde organizaba sus reuniones particulares, estaba adornado con pinturas
y esculturas obscenas (44).
El Rey Carol II de Rumania fue otro atleta sexual. En 1925 fue obligado a abdicar y marcharse al
exilio a causa de un escándalo originado por su unión extramarital, pública y notoria, con su
amante Magda Lupescu (45). Carol volvió a ocupar el trono en 1930 y gobernó con el apoyo de
todas las fuerzas liberales y democráticas de su país pero de nuevo forzado a la abdicación, esta
vez definitiva, por las circunstancias políticas de su país y por los ataques que su conducta
personal motivó desde las filas de la Guardia de Hierro de Codreanu. Su más escandalosa vida
particular no fue el motivo único ni siquiera el principal de tales ataques, pero tampoco debe
negligirse la importancia de la misma a la llora de valorar los mismos. Carol II murió en el exilio en
1953 (46).
A principios de este siglo, Antonin Dubost, Presidente del Senado de Francia, trató de huir de una
casa de mala nota en la que pretendía entrar la Policía para hacer un registro. Despavorido ante la
perspectiva de ser sorprendido en un lugar en el que ciertos jovencitos de ambos sexos se libraban
a diversas fantasías sexuales, huyó tan de prisa que le dió un síncope y falleció poco rato después
(47). En cuanto a Louis Barthou, veintitrés veces Ministro e incluso Presidente del Gobierno fue
igualmente sorprendido por la Policía en otra casa muy particular' de la calle Furstenberg, en París.
Cuentan las crónicas que el pobre Barthou (48) lo pasó muy mal mientras declaraba, en
calzoncillos largos, ante un gendarme que se negaba a creer que estaba hablando con el entonces
Ministro de Justicia.
Más modernamente, a finales de la década de los cincuenta, estalló en Francia el caso llamado de
los ballets roses, en el que resultó involucrado, aparte unos cuantos magnates de la finanza y el
gran mundo, nada menos que André Le Trocquer, Presidente del Senado y tal vez el principal
personaje político que se oponía al General De Gaulle. En dichos ballets roses se practicaban toda
clase de aberraciones, aunque la denuncia puesta por los padres de las jovencitas, cuyas edades
oscilaban entre los doce y los catorce años fue por flagelación. El incidente, naturalmente, significó
el ostracismo político de Le Trocquer, cuya edad era, cuando le cogieron in fraganti, de setenta y
cuatro años.
Y ya más cerca de nuestros días, en la célebre revuelta anarco-comunista de la Sorbona parisién
de Mayo del 1968, todos los excesos de las turbas descontroladas salieron a plena luz, y entre
tales excesos no podían faltar los sexuales. Para muestra un botón El Comité de Homosexuales
Revolucionarios decidió, solemnemente, acortar su nombre y dejarlo en Comité de Homosexuales,
por constituir una redundancia la apelación inicial, ya que, según los dignos asambleístas ser
homosexual es lo máximo que un ser humano puede llegar a hacer por la Revolución.
Naturalmente, dejamos a los miembros de dicho comité la absoluta responsabilidad por tal