Page 32 - Bochaca Oriol, Joaquín Democracia show
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declaración.

                  Pero sería un error creer que Francia detenta una especie de exclusiva en ese resbaladizo terreno.
                  Baste recordar el célebre caso Profumo, acaecido en Inglaterra a principios de la década de los
                  sesenta. John Profumo (49), Ministro del Interior, fue obviamente sometido a chantaje por los
                  servicios secretos soviéticos, al dejarse enredar en un nido de prostitución de alto lujo. Aunque la
                  Justicia oficial inglesa se ensañó con la prostituta Christine Keeler y su compañera Mandy
                  Rice-Davies pronto resultó evidente que quien movía los hilos era un sionista húngaro, apellidado
                  Rajman, muy oportunamente suicidado, aunque luego apareciera sorprendentemente vivo en
                  Tánger (50).



                  El uso del sexo para someter a chantaje a altos personajes políticos es típico de los servicios
                  secretos de las grandes potencias, aunque el K.G.B. soviético sea el imbatible maestro en tal tipo
                  de menesteres (5l). Naturalmente, es prácticamente imposible demostrar tal aserto, por cuanto las
                  víctimas tienen el mayor interés en cooperar con sus victimarios para no ser descubiertas, y
                  expuestas a la deshonra pública. Pero cuando, de vez en cuando, se desmantela una de las
                  innumerables redes de espionaje de los soviéticos en Occidente, es casi excepcional que no
                  aparezca un chantaje sexual y, a menudo, sodomítico.

                  En la high politics americana los escándalos sexuales son numerosos, y más o menos
                  pudibundamente velados. El asesinato de Mary Jo Kopechne, una joven secretaria del Senador
                  Edward Kennedy es el más reciente y escandaloso de todos. Edward Kennedy, que gustaba dar
                  una imagen de honesto y católico padre de familia, salió a altas horas de la noche con la joven.
                  Conduciendo en demostrado estado de embriaguez su coche volcó y cayó a un río. Temiendo las
                  consecuencias del escándalo Kennedy huyó y dejó que pereciera ahogada su compañera.    Esto
                  es, a grandes rasgos, lo sucedido. Un asesinato por omisión. Las consecuencias políticas para
                  Kennedy fueron importantes, pero no irreparables. El dinero, a la larga, lo puedo todo. La familia de
                  Mary Jo Kopechne retiró la denuncia. Inmediatamente, se mudó de su modesta casita para ir a vivir
                  a una lujosa mansión. A Mary Jo no se le hizo la autopsia, como era preceptivo, y el sheriff del
                  Condado de Chappaquiddick también se mudó, con ventaja. Se rumoreaba que la joven estaba
                  encinta, y era el flirt de Edward Kennedy por aquél entonces.    Todo se hizo para enterrar el
                  asunto.    Naturalmente, mucha gente se acuerda.    Pero ya ni se le da importancia.

                  Si en el caso de Mary Jo Kopechne puede hablarse, rotundamente, de asesinato por omisión, con
                  la agravante embriaguez y ultrajes a magistrado (Edward Kennedy se hartó de mentir al juez
                  cuando se realizó la encuesta), en el de Marylyn Monroe ya hay más dudas, aunque su muerte
                  fuera, también, rarísima. Y oportunísima. Oportunísima para otro Kennedy. O, más exactamente,
                  otros Kennedy. La actriz cinematográfica había sido amante del Presidente John Fitzgerald
                  Kennedy, y de su hermano Robert, Ministro de Justicia. Amenazó con hablar de ello. Y, con gran
                  sentido de la oportunidad, se suicidó. O fue suicidada.    Tampoco en su caso se produjo la
                  preceptiva autopsia (52).


                  Sobre este tema podría escribirse un grueso volumen. Y hablar de la muerte, cuatro años ha, del
                  Cardenal Daniélou, en una casa de mala nota.    Este cardenal de apellido bíblico estaba allí para
                  convertir a una mujer de vida alegre, afirmó el Obispado de París. Como era mujer de dura cerviz,
                  Su Eminencia debió insistir para lograr la conversión. Admitamos que es posible. Pero la prensa
                  francesa aumentó sus tirajes con suculentos reportajes sobre las actividades misioneras de aquél
                  hijo de la Iglesia. O de la muy pudibunda Reina Victoria de Inglaterra, legalizadora del Lesbianismo
                  en su país.    Has leído bien, lector amigo.    El hecho de que fuera una legalización por omisión no
                  disminuye en nada su vigencia legislativa. En efecto la Reina Victoria no tenía ni la más remota
                  idea de que el Lesbianismo existiera hasta que su Primer Ministro, Gladstone, le presentó para su
                  firma un decreto-ley para la represión del Homosexualismo. Le pareció tan increíble que existiera
                  un hosexualismo femenino que rehusó creerlo de manera que, de su puño y letra, tachó todas las
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