Page 56 - Bochaca Oriol, Joaquín Democracia show
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ejercer una labor de delator de rojos. Por cierto que Don Camilo no se querelló, que sepamos, por
difamación, cuando aquélla acusación se le hizo por escrito y en un semanario de difusión
nacional. En cuanto a la actitud de muchos, muchísimos obispos y arzobispos españoles
preferimos no alabar excesivamente su sabiduría para que no se nos acuse de adulación, pero
hubo casos realmente espectaculares, como el del Doctor Don Casimiro Morcillo, que llegaría a
Arzobispo-Obispo de Madrid, al que este Autor oyó rezar, en público, en el Colegio de la, Sagrada
Familia, de la capital de España, en 1942 -cuando aun no había llegado a la terminal de su carrera
eclesiástica- por el triunfo de la Cruzada Antibolchevique en Rusia. Resulta que dicha ' Cruzada la
sostenía la Wehrmacht hitleriana. Don Casimiro, tras la derrota del monstruo nazi, cambió
sabiamente de opinión. Mutatis mutandis.
Una de sus ovejas -con perdón- el Padre Llanos, artífice y ariete del Nacional-Catolicismo,
compuso una canción cuya letra, que -con perdón, otra vez- nos parece cursi y ramplona hasta la
abominación de la desolación, y que no resistimos a la tentación de transcribir
Prietas la filas, recias, marciales,
nuestras escuadras van,
cara al mañana que nos promete
patria, justicia y pan.
Mis camaradas fueron a luchar,
el gesto alegre y firme el ademán,
la vida a España dieron al morir,
que hoy grande y libre nace para mí,
Lánzate al cielo, flecha de España,
que un blanco has de encontrar,
busca el Imperio que ha de llegarte,
por cielo, tierra y mar.
Ya las banderas cantan victoria
al paso alegre de la paz,
ya han florecido, rojas y frescas,
las flechas en mi haz.
El ilustre prelado que perpetró esta chorrada filarmónica es, hoy, miembro del Partido Comunista
de España. Los caminos de la Providencia son inescrutables. Sic transít gloria mundi.
Crucemos los Pirineos, y abreviemos, porque la sabiduría abunda tanto que no queremos fatigar.
Por algo al bípedo vertical, mamífero e implume, se le llama Homo Sapiens. El Parlamento de la III
República en plena desbandada francesa, en Junio de 1940, votó los plenos poderes para el
Mariscal Pétain, a sabiendas de que éste iba a pedir el Armisticio a Alemania. Así lo hizo cuatro
años después, muchos de estos mismos parlamentarios subían al estrado de los testigos para
declarar en contra del mismo hombre que ellos habían encumbrado, acusándole de haber hecho
aquello por lo que ellos le habían votado y dado los plenos poderes. En cuanto a Pétain, que
obtuvo de Hitler unas condiciones de armisticio ventajosísímas, según él mismo reconocería,
aunque atribuyéndolas a la estupidez, no cesó de vulnerar el espíritu y letra de dicho Armisticio, lo
cual no le impidió ser condenado por traición (y era verdad, pero en otro sentido) por los
camaleones, izquierdistas y derechistas, de la III República. A Pétain le sucedió De Gaulle, que si
todo se lo debió a los anglosajones, luego dedicó toda su vida política, más que a beneficiar a
Francia, a incordiar a los que le habían encumbrado, culminando su actuación con un insólito Viva
el Quebec Libre proferido en Montréal, menos para agradar a los separatistas franco-canadienses
que para hacer la puñeta al gobernador general británico, que se hallaba a su lado. Y, cuando,
tras trece años de forzada ausencia de la escena política, De Gaulle volvió al poder, aupado por
los militares de Argel, y con el compromiso formal de conservar Argelia para Francia no cesó hasta
entregar Argelia y toda el Africa Occidental Francesa.
Y ya que estamos en Francia, no podemos omitir el bandazo dado por los intelectuales de tan viejo