Page 58 - Bochaca Oriol, Joaquín Democracia show
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jerifaltes de esa Fuerza Política- mete a los Estados Unidos en la guerra, al lado de los países de
                  la Entente. El pretexto es super-risible el torpedeamiento, por submarinos alemanes, del Lusitania,
                  buque americano cargado de municiones vendidas a Inglaterra, veintiséis meses ANTES de la
                  declaración de guerra.    Huelgan comentarios.

                  En la siguiente guerra mundial, Roosevelt, reelegido en 1941 gracias a su campaña pacifista, tras
                  haber jurado a las madres y esposas americanas, que sus hijos y maridos no serían enviados a
                  luchar en guerras extranjeras, incumplía clamorosamente su promesa interviniendo continuamente
                  en la lucha con una guerra no declarada, hasta que provocó el soñado estallido en Pearl Harbour
                  (102).

                  Y en Inglaterra, por fín, Churchill, el hombre que, como ya hemos dicho anteriormente, militó en
                  todas las formaciones políticas de su país, desde los laboristas independientes (de extrema
                  izquierda) hasta los ultraconservadores, pasando por los laboristas, los liberales y los llamados
                  jóvenes conservadores, de tendencia que podríamos llamar centrista. No figuró en el Partido
                  Comunista, es cierto, ni tampoco en la Unión Británica de Fascistas. En éste último, como ya
                  hemos dicho, por que no le admitió su Presidente, Sir Oswald Mosley (103). ¿Quiere esto decir,
                  acaso, que Sir Winston no tenía criterio ¿Podría insinuarse que, tal vez, Sir Winston iba de partido
                  en partido y de tendencia en tendencia para ver si, de una vez, lograba ser elegido por el
                  democrático pueblo británico, cubierto por la etiqueta política que fuera    Creer esto sería faltar a la
                  caridad. ¿Qué derecho tenemos para suponer esto de tan ilustre prócer ¿No es más sencillo y
                  lógico suponer que los sucesivos cambios de parecer de Sir Winston obedecían a maduras
                  reflexiones en busca de la perfección política y del servicio a su patria Bien cierto es que en 1935
                  aquél gran adalid de la Democracia escribió Los que se han encontrado con Herr Hitler cara a cara
                  en asuntos públicos o en términos sociales les han podido apreciar que se trata de un político
                  altamente competente, ponderado, bien informado, de modales agradables y una desarmante
                  sonrisa (104). Y, dos años después, machacó Si nuestro país fuera derrotado, desearía que
                  encontrásemos un campeón tan indomable como el señor Hitler para restaurar nuestro coraje y
                  conducirnos otra vez al lugar que nos corresponde entre las naciones (105).    Luego, en 1938,
                  afirmó que sería capaz de aliarse con el Diablo, si preciso fuera, para derrotar al monstruo Hitler.
                  Sir Winston, a base de profundas y abstrusas cogitaciones, sin duda, había llegado a la Verdad.
                  Espíritus malévolos han osado pretender que, entre 1937 y 1938, es decir, cuando se gestó su
                  radical cambio de modo de pensar acerca del Führer, Sir Winston se arruinó tras desgraciadas
                  especulaciones bursátiles y que se rehizo financieramente gracias al apoyo del financiero judío Sir
                  Ernest Cassel. De ahí a osar insinuar que Sir Ernest sobornó, manipuló, coaccionó a Sir Winston
                  no hay más que un paso que los eternos mal pensados -entre los que no nos contamos,
                  naturalmente- no dudaron en dar tranquilamente. ¿Cómo pensar mal de tan pulcro personaje


                    Hemos hablado, en este epígrafe, de camaleones, dignos representantes del Reino Animal.
                  Personalmente, preferimos a los perros. Y estamos con el inglés Jerome K. Jerome cuando afirma
                  que cuanto más conoce a los hombres, más quiere a los perros.









                  LOS PERROS


                  Se dice que son los mejores amigos del hombre. Para nosotros no cabe duda de que éste no les
                  devuelve ni la milésima parte de amista que aquellos que le brindan. Y aquí consideramos
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