Page 447 - Mahabharata
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6. Bhishma 427
—Mi señor, he estado ciego toda mi vida, no sé lo que es ver. No quiero usar mis
ojos para ver morir a mis hijos. ¡No! Me contentaría con escuchar a alguien que me lo
contase todo. Si hay alguien que pueda ver la guerra y relatármela vívidamente, estaré
satisfecho.
Vyasa dijo:
—Que así sea. Sanjaya te dará una narración veraz y vívida de toda la guerra. Le
otorgaré el don de la visión interior. Será como los rishis, que pueden ver todo lo
que se ha de ver. Sanjaya verá todo lo que ocurra en la guerra, conocerá incluso los
pensamientos de todos ellos. Tanto lo que se hable como lo que pase por la mente de los
hombres, Sanjaya podrá saberlo, tanto de día como de noche. Sanjaya podrá verlo todo.
Cada día estará en el campo de batalla y verá cómo se lucha. Él te lo relatará durante la
noche sin que la fatiga o el agotamiento puedan afectarle.
Vyasa le dijo también que todos los presagios profetizaban la derrota y muerte de los
kurus y el éxito de los pandavas. Luego confortó a su infeliz hijo y se marchó.
El rey comenzó a organizar sus tropas. Le dijo a su hermano Dussasana:
—Ocúpate de que los carros conducidos por los mejores hombres sean colocados cerca
de nuestro abuelo. La guerra que siempre hemos querido se ha vuelto ahora una realidad.
La tarea más importante con la que nos enfrentamos es la protección de Bhishma. Él
puede destruir el ejército de los pandavas que está bajo la custodia de Dhrishtadyumna.
Recuerda que nuestro abuelo nos ha dicho que no luchará contra Sikhandi, ya que era
una mujer, que más tarde cambió de sexo.
»Seguro que los pandavas conocen este hecho, por lo cual debemos evitar que nuestro
abuelo se encuentre con Sikhandi. Que todos nuestros guerreros hagan todo lo posible
por matar a Sikhandi. El carro de Arjuna está protegido a ambos lados por Yudhamanyu
y Uttamaujas, y Arjuna está protegiendo a Sikhandi. Mi querido hermano, debemos
tener cuidado y evitar cualquier peligro que se acerque a nuestro comandante, recuérdalo
siempre.
Diez de los akshauhinis de los kurus estaban ordenados en una falange formidable.
El undécimo estaba bajo el liderazgo inmediato de Bhishma, que estaba al frente. Los
caballos de Bhishma eran blancos y su bandera era una palmera dorada con cinco
estrellas. Su carro era de plata. Con su pelo y sus vestidos blancos, sentado sobre su carro
de plata, Bhishma parecía la Luna nueva. La visión del veterano guerrero causó terror en
los corazones de sus enemigos. El Sol acababa de aparecer por el este matizando el cielo
del alba con sus rojos rayos. Bhishma se dirigió a sus tropas diciéndoles:
—Las puertas del cielo se han abierto hoy de par en par para dejar entrar a todos
aquellos que mueran. Todos debéis luchar sin pensar en el mañana. A todos nos espera
un glorioso futuro. No hay gloria ninguna en el hecho de que un kshatrya muera en