Page 446 - Mahabharata
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Libro 6

                                                   Bhishma


                                              (Bhishma Parva)









                                                         Capítulo I
                                           EL CAMPO DE KURUKSHETRA


                    L ejército de los pandavas se situó en el lado oeste del campo, cara al este. Yudhisthira
               E había reunido a su ejército en las inmediaciones de un lago llamado Samantapan-
               chaka. Por la mañana temprano, los pandavas vieron la sombrilla blanca en el corazón
               del campamento de los kurus; era el símbolo de la realeza. Viendo aquella sombrilla los
               corazones de los guerreros de los pandavas se enardecían pensando en la guerra. Arjuna
               y Krishna soplaron sus caracolas. Desde su campamento los kurus respondieron con
               diversos sonidos resonantes. La excitación se podía sentir en todas partes.

                   Los guerreros de ambos lados se reunieron y establecieron las reglas que habían de
               seguir ambos ejércitos. La lucha debía ser entre iguales. Por ejemplo, la lucha debía ser
               entre dos carros, dos arqueros, o dos hombres con maza. Si durante la lucha, uno se
               retiraba, no debía ser dañado. Si la lucha era con palabras, el oponente debía responder
               con palabras y no con flechas. A quien quiera que huyera corriendo del campo de batalla,
               no se le debería matar. No debería atacarse a nadie que estuviese asustado o carente de
               los medios adecuados para luchar.
                   Los conductores, animales y sirvientes que tenían que tocar las trompetas de guerra,
               tambores y címbalos no debían ser atacados.
                   Estas eran algunas de las reglas que habían de observarse para que la lucha fuera
               caballeresca. Después de que estas reglas fueron aceptadas por ambas partes, los dos
               ejércitos se prepararon para el gran encuentro.

                   La noche anterior Vyasa visitó a Dhritarashtra, su hijo. Vyasa le dijo:
                   —Hijo mío, han llegado días terribles. Tus hijos y otros reyes, todos los demás reyes
               del mundo que se han reunido aquí, morirán dentro de pocos días. Este será el curso del
               destino, no tiene sentido apenarse por ello. Y si quieres ver la guerra, te concederé el don
               de recuperar la vista.
                   El pobre Dhritarashtra le respondió:


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