Page 443 - Mahabharata
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5. El consejo 423
»Bhima, tú juraste impulsivamente que te beberías la sangre de Dussasana, ¡bébetela,
si puedes! Eres muy bueno cocinando, pero recuerda, empuñar el cucharón de cocina
y empuñar la maza son dos cosas completamente distintas. Puede que seas bueno
trinchando carne para alimentarte, pero veamos si eres tan bueno para trinchar el corazón
de mi hermano.
»Arjuna, has estado fanfarroneando sobre cómo vas a matar a mi Radheya, déjame
ver cómo lo haces. Ni siquiera eres un hombre, pasaste el último año del exilio en el
palacio de Virata, bailando y cantando, no eres un hombre, ¿cómo puedes ni siquiera
pensar en luchar contra Radheya?
»Nakula y Shadeva, vosotros, pequeños y encantadores gemelos, sois los más mima-
dos de vuestra madre, encajáis en lo que fuisteis en la corte de Virata. No sabéis hacer
nada mejor que cuidar vacas y caballos. Habéis jurado matar a mi tío y a su hijo, ¡me
causa risa imaginarme que vais a intentarlo!
»Yudhisthira, por favor, no me menosprecies a mí y a mi ejército. Todos vosotros vais
a morir. Preparad ahora vuestras almas para encontraros con vuestro creador.
»Krishna, no creas que nos impresionó la conjura que quisiste provocar en nuestra
corte, no nos gustó. Dijiste muchas bravatas ese día, dijiste que con la ayuda de Bhima
y Arjuna destruirías el mundo entero, déjame verte intentarlo. ¡Destrúyelo si puedes!
Krishna, esto no es Vrindavan, donde te ganaste los corazones de las gopis con tu flauta
y tu baile. Todos somos hombres, no nos impresiona tu fama que se ha extendido a los
cuatro vientos del mundo. Lucha contra nosotros si eres un hombre. Estoy esperando el
comienzo de la guerra, quiero ver lo valientes que sois todos; vosotros que tanto habéis
hablado de matarnos a todos nosotros. »
Los pandavas parecían el fuego reavivado de nuevo y se levantaron de sus asientos
impulsados por la furia. Estaban tan enfadados que no sabían qué hacer ni qué decir. Los
ojos de Bhima vomitaban fuego sobre Uluka y parecía como si fuera a matarle. Krishna
miró a Bhima y le sonrió como diciendo: « Déjale tranquilo, él es un mensajero y se le ha
dicho que no íbamos a herirle. No rompas la palabra de tu hermano. » Krishna le habló a
Uluka y le dijo:
—Regresa a toda prisa a donde esté Duryodhana y dile esto: « Duryodhana, todos
hemos oído tu mensaje y hemos comprendido cada una de tus palabras. Todos esta-
mos deseando hacer lo que quieres que hagamos, este es mi mensaje personal para
ti. ¡Malvado! sé un hombre al menos a partir de hoy. Ya que no has vivido como un
hombre, espero que al menos mueras como tal. Crees que no voy a luchar; y como soy
el conductor de Arjuna y no un guerrero, no me tienes miedo. Si así lo quisiera, podría
quemar todas las huestes de reyes y héroes como el fuego de un bosque quema la paja,