Page 445 - Mahabharata
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5. El consejo                                                                            425


                   —Krishna, me siento muy infeliz pensando en el futuro, no me gusta el cariz que
               están tomando las cosas. Yo no quería esta guerra, no quería luchar contra nuestro abuelo.

               No quiero ni pensar que vamos a herirle con nuestras flechas, odio esta guerra.
                   Krishna le miró y le dijo:
                   —No está bien que te sientas infeliz en estos momentos. Es un momento crítico,
               tú no tienes ninguna culpa de esto, estás cumpliendo con tu deber como kshatrya.
               Cuando estuve en Hastinapura observé que sólo Vidura estaba desafiando abiertamente
               a Duryodhana. Bhishma, Drona y Kripa, no estaban demasiado en contra de la guerra.
               Bhishma ha tomado complacido el mando del ejército de los kurus y está deseando
               luchar contigo. ¿Por qué has de preocuparte?
                   Yudhisthira dijo:

                   —Arjuna, sufrí los trece años del exilio para evitar esta guerra. Bhima, tú querías
               luchar y yo te pedí que fueras paciente, siento todo lo que ha ocurrido. Traté de evitar
               esta guerra todo lo que pude, pero el dios de la destrucción ha llegado a este mundo.
               La cuarta era, la última porción del tiempo, Kali, está esperando nacer. ¿Cómo vamos a
               matar a estos ancianos a los que hemos estado honrando durante todos estos años? Es
               pecaminoso.
                   Arjuna le confortó con palabras amorosas, le dijo:
                   —Siento que no es un pecado matar a aquellos que han decidido matarnos. Estos
               ancianos, habiéndote conocido a ti y tu bondad, se han puesto del lado de Duryodhana.
               Tenemos que luchar, no podemos volvernos atrás, se nos ha forzado a esta guerra, no
               tenemos opción. El riachuelo de la montaña, una vez que abandona su origen, tiene
               que bajar por el valle y precipitarse hacia el mar. Del mismo modo, las almas que han
               iniciado el peregrinaje hacia la fama tienen que seguir y seguir. El río no tiene camino
               de regreso y nosotros tampoco lo tenemos. Ven, hermano, no pensemos más. La guerra

               comenzará mañana, ven, vayámonos a dormir.
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