Page 439 - Mahabharata
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5. El consejo 419
»Madre, sé que ha llegado el fin. Duryodhana y todos aquellos que le aman están
condenados y yo también lo estoy. Nada les ocurrirá a los pandavas. Krishna ha tomado
la causa de los pandavas sobre sí, responsabilizándose de ellos. Ellos están a salvo como
un niño en el vientre de su madre. Tú y Krishna, entre los dos, habéis arruinado mi
firmeza y sé que perderé en la batalla ante Arjuna. Arjuna vencerá.
»Debes haber oído hablar de mi vida. Aprendí a manejar el arco del mismo Bhagaván
Bhargava, pero él me maldijo, dijo que cuando estuviera luchando con mi peor enemigo
olvidaría las palabras sagradas de invocación de los divinos astras. Y tengo, además,
otra maldición: un brahmín me maldijo diciéndome que la rueda de mi carro quedaría
atrapada en el lodo en un momento crucial y que me matarían cuando menos lo esperara.
»Indra me quitó el kavacha y los kundalas que me colocó mi padre y que me hubieran
protegido de la muerte si no los hubiera perdido. Y ahora, tú y Krishna, me habéis
robado mi armadura interior. Yo odiaba a Arjuna y le hubiera matado felizmente, pero
ahora no puedo hacerlo, mi mente está llena de amor por él. ¿Cómo puedo cumplir mi
promesa?
Radheya cubrió su rostro con sus manos y sollozó como si su corazón se fuera a
romper. Kunti no podía hacer nada, excepto llorar con él. Tomó su cabeza sobre su
regazo y la acarició con sus manos amorosas. Así estuvieron sentados durante un tiempo.
Radheya se levantó y le dijo:
—Madre, tu llanto no es bueno para mí. Una madre no debería llorar sobre su hijo
mientras esté vivo. Madre, por favor, bendíceme y haz que mi sueño se vuelva realidad.
Un hijo necesita las bendiciones amorosas de su madre si quiere alcanzar los cielos. Di
que mi nombre vivirá, mientras viva el mundo de los hombres. —Radheya cayó a sus
pies y Kunti le bendijo con lágrimas en sus ojos. Radheya le dijo—: Siempre ha sido
mi norma conceder dones a aquellos que vienen a mí durante la adoración a mi padre.
Hoy tú viniste hacia mí pidiéndome un don y no pude concedértelo; pero, madre, no
debes irte con las manos vacías. Te concederé un don según mi propio criterio: prometo
respetar a tus hijos, mis hermanos; no les mataré. Yudhisthira, Bhima, Nakula y Shadeva
no morirán en mis manos. Pero Arjuna sí, debo luchar contra Arjuna, no puedo faltar
a mi promesa con el rey. Mi duelo con Arjuna ha de ocurrir. Dos cosas son posibles,
que yo le mate a él, o que yo encuentre la muerte en sus manos. De cualquier modo,
mi fama será inmortal, tendré una muerte noble. Madre, no sufras; de cualquier modo
tendrás cinco hijos: o bien tendrás a Radheya quedándote sin Arjuna o tendrás a Arjuna
quedándote sin Radheya. Todavía seguirás siendo la madre de cinco hijos. Vuelve a casa,
madre querida.
El cuerpo de Kunti se agitaba con sus sollozos. Había encontrado a su hijo y lo había
perdido al mismo tiempo. Su corazón, que había estado vacío, se quedó todavía más