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Sthitaprajna del que te hablé, que ha controlado sus sentidos y su mente, y que cuando
trabaja, lo hace desapegado. Este hombre es infinitamente superior a cualquier otro tipo
de hombre. Debes cumplir con tu deber y, además, sin actuar no puedes vivir. Incluso
tus órganos corporales necesitan estar en acción para sostenerte.
»¿Cómo puede, entonces, escapar el hombre a la atadura de la acción? Realiza el
trabajo como un sacrificio, deja tus apegos y trabaja como si estuvieras realizando un
sacrificio para mí, este es el secreto de la acción desinteresada. El trabajo ha de hacerse
para beneficio de los demás y no para nosotros. Dedícame todas tus acciones y lucha,
fijando tu mente en el Espíritu Eterno. Desapega tu mente de todo tipo de deseo y de ti
mismo. Entonces, cuando cumplas con tu deber, el pecado o el beneficio, cualquiera que
sea el caso, no recaerá sobre ti y serás libre. »
Arjuna dijo:
—Comprendo lo que dices, pero, Krishna, el hombre es conducido a veces al pecado
a pesar de sí mismo; a pesar de sus buenas intenciones y en contra de su naturaleza;
como si no tuviera voluntad. ¿Por qué ocurre esto?
Krishna dijo:
—Sé a lo que te refieres; el deseo y la ira inducen al hombre a cometer pecados. Con-
sidera estas dos cosas como los peores enemigos del hombre. El verdadero conocimiento
está oculto en el interior y está cubierto por estas dos cosas. El humo cubre a la llama y
el polvo cubre a un espejo, igual que el feto está oculto en la matriz. Del mismo modo,
no puedes ver el alma que está dentro de ti por estas obstrucciones. Un soplo de aire es
suficiente para apartar el humo que cubre al fuego; para un hombre de temperamento
sátvico el más mínimo esfuerzo es suficiente para revelarle el Dios que lleva en él. El
espejo, si se limpia con un paño, queda claro; un esfuerzo un poco mayor es necesario
para que un hombre de naturaleza rajásica realice al Supremo. El niño tiene que esperar
durante meses antes de que pueda liberarse de la matriz que le contiene. Y aún un poco
más de esfuerzo ha de poner un hombre de tendencia tamásica que quiere liberarse de
los sentidos y realizar a Brahmán.
Krishna decidió entonces que Arjuna tuviera un atisbo de Su Divinidad y le dijo
deliberadamente:
—Yo le enseñé este yoga a Vivasvan, él se lo transmitió a Manu y Manu se lo enseñó a
Ikshwaku. Ha sido transmitido de generación en generación, pero poco a poco se ha ido
perdiendo hasta eclipsarse. Ahora te estoy contando este secreto ya que eres mi amigo y
porque te amo.
Arjuna le dijo:
—Pero Krishna, Vivasvan vivió hace muchas eras, antes de que tú nacieras. ¡No
comprendo cómo pudiste mostrárselo! Krishna sonrió y le dijo: