Page 737 - Mahabharata
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13. Enseñanza 717
Al siguiente día recogieron las cenizas de Bhishma y fueron al río Ganges. Allí
ofrecieron oraciones a Ganga, quien dio a luz a Bhishma; y, de repente, el río detuvo su
corriente y dejó de fluir. Ganga surgió de las aguas del río y fue hasta la orilla llorando y
lamentándose por su hijo. Miró a todos los que allí se habían reunido y dijo:
—Mi hijo ha muerto, era un hijo amoroso y querido por todos. Era invencible, incluso
el gran Bhagaván Bhargava tuvo que aceptar la derrota en una ocasión que luchó con
mi hijo. Pero este gran héroe ha sido aniquilado por Sikhandi. Debo tener el corazón de
piedra, de otra forma se habría roto hace ya mucho tiempo, pues este hombre que no
tenía a nadie que pudiera igualarle en el mundo entero ha sido aniquilado. He perdido
al hijo sobre el que deposité esperanzas de verle algún día gobernar este mundo. Mi
niño, mi desafortunado hijo ha muerto, dejándome a solas con la tristeza.
Su pena era enorme. Krishna se le acercó y le dijo:
—No llores, madre del mundo. Tu hijo se ha ido al mundo al que pertenece. Tú
sabes que él era uno de los vasus que tenía que pasar un cierto número de años en
este mundo debido a una maldición. Él no era un hombre como otro cualquiera, no se
suponía que tenía que gobernar un reino como lo hacen los reyes ordinarios de la Tierra.
No te lamentes por él, no dejes que tu afecto humano nuble tu sabiduría; tu hijo era un
dios y ahora ha vuelto a la corte de los dioses, siendo ahora uno más entre ellos. No
hay ninguna razón para que te lamentes, al contrario, alégrate de que por fin haya sido
liberado de la maldición de tener que vivir en este mundo de hombres mortales. Ganga
desapareció de la vista de todos y el río volvió a fluir tan plácidamente como lo había
hecho siempre desde el principio de los tiempos.
Después, en medio de una extraña mezcla de tristeza y alegría, la comitiva emprendió
el regreso hacia la ciudad de Hastinapura.