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polvo al mar y pensaron que habían conseguido burlar al destino. Todos olvidaron aquel
incidente, todos excepto Krishna.
Treinta y seis años después de la gran guerra, Krishna vio aquellos terroríficos porten-
tos aparecidos en el cielo y sabía que aquello significaba la completa destrucción de su
familia. Pero Krishna no se inmutó por ello, ya estaba cansado de aquella vida y quería
abandonar el mundo. Aquello era lo último que le quedaba por ver antes de abandonar
el mundo en el que había nacido para librarle de todos los pecados que había soportado.
La cuarta fase del tiempo, el kaliyuga, ya había hecho su aparición. Krishna podía ver
que los hombres ya empezaban a perder el sentido del dharma. Él tendría que nacer
de nuevo cuando la era del kaliyuga estuviese a punto de acabar. Pero mientras tanto
tenía la oportunidad de volver a la morada de donde había venido. No obstante, aún
tendría que permanecer en la Tierra hasta que la maldición de Gandhari se cumpliera.
Contempló a su gente y se dio cuenta de que habían perdido el sentido de la justicia y
que se estaban precipitando hacia una lucha final en la que iban a perecer todos.
Un día, como ya era costumbre, toda la familia se fue hacia un lugar llamado
Prathasatirta, donde se adoraba al señor Sankara. Todos emprendieron el viaje muy
contentos y alegres. Krishna se acordaba de que unos años atrás también habían ido a
Prabhasa cuando Arjuna estaba en el jardín de Subhadra; en aquella ocasión Krishna
había arreglado la situación para que Arjuna pudiese escaparse con Subhadra y para
ello se llevó a su hermano y a todos los demás a Prabhasa para facilitarle la huida a los
jóvenes amantes. ¡Cuánto tiempo había pasado desde entonces! Esta era la última vez
que iban a ir a Prabhasa, pues aquel lugar iba a ser el escenario de una gran catástrofe.
Krishna estaba impaciente esperando que llegara aquel final pues se sentía disgustado y
decepcionado por el comportamiento de los miembros de su familia y quería zanjar aque-
llo de una vez. La caravana de carrozas y otros vehículos avanzaba hacia aquel lugar de
recreo llamado Prabhasa y en cuanto llegaron se levantaron tiendas individuales donde
todos se alojaron para pasar aquella noche. El día siguiente lo pasaron participando en
todo tipo de juegos y luego se organizó una gran fiesta que duró varios días.
Un día después de todos aquellos festejos y después de haber bebido, se sentaron
todos y comenzaron a hablar de cosas que habían ocurrido en el pasado. De repente,
Satyaki, que estaba totalmente ebrio, comenzó a insultar a Kritavarma, el cual también
se hallaba en el mismo estado.
Satyaki le había estado guardando rencor a Kritavarma desde el tiempo de la gran
guerra porque se puso del lado de Duryodhana; jamás le perdonó aquello y había
decidido echárselo en cara. Naturalmente, era la bebida lo que le provocó a hacer aquello,
pero también era el destino. Satyaki sacó a relucir la guerra en medio de la conversación
y dijo: