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Krishna regresó a Dwaraka y fue a la casa de Vasudeva, su padre, y le dijo:
—He mandado llamar a Arjuna, él vendrá y se hará cargo de todo, vendrá pronto.
Ahora tengo que irme, Balarama está esperándome, tengo que reunirme con él. Sin mi
gente, esta ciudad de Dwaraka no me ofrece ningún atractivo. Balarama y yo hemos
decidido practicar austeridades.
Krishna se postró a los pies de su padre y luego, sin volver la vista atrás, echó a
andar tan deprisa como podía alejándose de la ciudad. Llegó al lugar donde le estaba
esperando su querido hermano, y Balarama, en cuento le vio, entró en trance. Krishna se
quedó a su lado esperando y observando, y al poco vio una inmensa serpiente blanca
saliendo de la boca de Balarama, salió y desapareció adentrándose en el océano. Se dice
que Krishna es la encarnación de Vishnu y que Balarama es la encarnación de Sesha, la
serpiente que sirve de lecho al Señor Vishnu. Krishna en cuanto vio a Sesha salir de la
boca de Balarama, supo que también le había llegado a él el tiempo de partir.
Capítulo II
LA MUERTE DE KRISHNA
A era de noche. Krishna vagaba de un lado para otro absorto en sus pensamientos.
Y Ya había llegado al final de su vida; ya había hecho todo lo que había venido a hacer.
A su mente volvían recuerdos de los días que pasó en Gokula, se acordaba de Yasoda, su
madrastra. Su mente revoloteaba alrededor de Radha igual que una abeja revolotea sobre
una flor cargada de néctar. Krishna estaba desempolvando su memoria. Ahora su mente
se iba a Marura, donde mató a su tío Kamsa, el tirano. Los años pasaban por su memoria
igual que las olas del mar, contemplándolos con su mirada perdida. Su pensamiento se
detuvo en los pandavas, recordó su primer encuentro con ellos y los muchos incidentes
en sus vidas llenas de sufrimiento. Luego la guerra y la destrucción de los kshatryas.
Luego la muerte de Duryodhana y la maldición de Gandhari; Krishna tuvo que vivir
hasta ver cómo se hacía realidad ante sus ojos. Luego pensó en el hijo de Abhimanyu
que nació sin vida y cómo él se la devolvió, sonrió para sí pensando: « Sí, fue un gran
esfuerzo, pero tenía que hacerlo. » Había estado protegiendo a los pandavas hasta el final,
tan sólo tenía una cosa de qué lamentarse y era que no había podido encontrarse con
Arjuna. Pero, de repente, su cara se iluminó con una dulce sonrisa; podía introducirse en
su sueño y hablar con él. Krishna se sentó en trance y con un gran esfuerzo de voluntad
logró entrar en contacto con la mente de Arjuna. Sintió cómo la mente de Arjuna había
sido atraída por el poder de su mente y se sintió feliz.
Arjuna estaba solo, sentado en su aposento, cuando, de repente, se acordó de Krishna,
sintió como si Krishna le hablase diciéndole: