Page 755 - Mahabharata
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16. Destrucción 735
significado de mis palabras. » Arjuna comprendió que Krishna había muerto y el corazón
se le heló. Muy pronto llegó a Dwaraka y se presentó ante Vasudeva, el cual le contó los
últimos detalles de la tragedia que había sobrevenido a la casa de los vrishnis.
Arjuna se fue a Prabhasa encontrándose allí con los cuerpos sin vida de los héroes
vrishnis, todos habían muerto. Allí estaba su amado Satyaki, Pradyumna, el hijo de
Krishna y más adelante también se encontró con su amigo Gada; todos sin vida. Vasudeva
también le había contado a Arjuna las últimas palabras que le había dirigido Krishna,
haciéndole saber que Balarama y él se iban a hacer penitencias. Arjuna se fue en busca
de los dos y pronto se encontró con el cuerpo sin vida de Balarama. Daruka le había
conducido hasta aquel lugar. Después de aquello Arjuna se volvió insensible a todo,
quedándose como muerto. Luego él y Daruka empezaron a buscar a Krishna, hasta que
al final también le encontraron, con la planta del pie atravesada por una flecha.
Arjuna se quedó mirando fijamente a Krishna durante largo rato. Después de la
muerte de Krishna la Tierra había perdido ya todo lo que era bello, pero Arjuna quería
cumplir con la tarea que Krishna le había encomendado; Krishna le había pedido que se
reuniese pronto con él, le debía estar esperando, así que tenía que darse prisa. Arjuna
hizo los preparativos para que los cuerpos de Balarama y Krishna fueran trasladados a
Dwaraka para ser incinerados. Y allí estuvo, de pie junto al cuerpo de su querido Krishna
mientras las llamas lo consumían. Arjuna actuaba como un hombre que ha perdido la
razón, ya no era el mismo. Después de aquel día terrible, Arjuna pasó la noche con su
mente fija en Krishna, no pensaba en nada más. A la mañana siguiente se encontró con
que Vasudeva había muerto abandonando su cuerpo a voluntad, entrando en trance
yóguico. Dwaraka estaba vacía, ya no quedaba nada de lo que Arjuna estimaba como
querido. Varias de las esposas de Krishna y Balarama habían subido también a la pira
funeraria para ser consumidas por el fuego junto con sus esposos y ahora era su deber el
llevar a los ciudadanos y a las otras mujeres y niños de la familia de su amigo a la ciudad
de Hastinapura, para que allí cuidasen de ellos. Les reunió a todos y emprendieron una
larga procesión en la que no se oía más que quejidos y lamentos: Dwaraka quedó vacía.
El mar que hasta entonces había estado bañando las orillas de la playa, de repente
rebasó las fronteras que la naturaleza le había impuesto y se precipitó hacia la ciudad,
inundando las calles y derribando los hermosos edificios. El mar cubrió la ciudad
entera. Todos volvieron la cabeza y vieron cómo el mar arrasaba las casas y los palacios
sumergiéndolos unos tras otros. Arjuna miró por última vez la mansión de Krishna,
que inmediatamente desapareció bajo las aguas de un mar embravecido. Después de
unos pocos momentos ya no quedaba nada, y el mar nuevamente se había convertido en
un plácido lago de aguas tranquilas, pero ya no quedaba ni rastro de aquella hermosa
ciudad que en un tiempo fue el lugar de residencia favorito de los pandavas. Dwaraka
ya no era más que un nombre; una memoria.