Page 751 - Mahabharata
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16. Destrucción 731
—No me puedo imaginar a un kshatrya que sea capaz de matar a gente que esté
dormida y que prenda fuego al campamento del enemigo como un vulgar ladrón, para
luego salir corriendo hacia su país por miedo a afrontar las consecuencias de sus acciones.
Aquellas palabras hicieron que Kritavarma enloqueciera de furia. Él, que también
estaba borracho, sacó a relucir el asunto de la muerte de Bhurisravas y la gente comenzó
a tomar partido poniéndose de parte de uno o de otro. Era un tumulto de borrachos; la
gran casa de los vrishnis había descendido hasta ese punto. Krishna observaba todo lo
que estaba pasando, vio cómo su hijo Pradyumna se ponía de parte de Satyaki, el cual se
puso en pie y gritando a Kritavarma le dijo:
—Hoy voy a vengar la muerte del mejor de los hombres que luchó en la gran guerra:
Dhrishtadyumna.
Satyaki se precipitó sobre Kritavarma y de un solo tajo le cortó la cabeza. El tumulto
se convirtió en una lucha y aquellos que no tenían armas cogieron las malas hierbas
que crecían a lo largo de la orilla de la playa y luchaban con ellas. Las malas hierbas
habían crecido abonadas por el polvo del cetro de acero que estaba destinado a ser la
causa de la destrucción de la casa de los vrishnis. Krishna vio cómo mataban a Satyaki y
también a su hijo Pradyumna, él sabía que ya no tenía ninguna razón por la que vivir, ya
no quedaba nada. Así pues, Krishna mismo fue y cogiendo malas hierbas a manos llenas
se las arrojaba a aquellos que estaban luchando. Cada una de las hierbas era un arma
terrible y estaban siendo esparcidas por todas partes, por lo que en cuestión de pocos
momentos toda aquella multitud había sido destruida, fue destruida por Krishna. Su
cara había tomado un aspecto terrorífico; era la muerte misma.
Todos murieron excepto Balarama, Krishna y Daruka. Balarama no se encontraba allí,
así que Daruka y Krishna fueron en su búsqueda. Le encontraron junto a la orilla del
mar apoyado contra un árbol; se había alejado de Prabhasa muy disgustado al ver a su
familia convertida en una alborotada multitud de borrachos. Había decidido renunciar a
aquella vida y estaba sentado absorto en el trance del yoga dispuesto a abandonar su
cuerpo físico. Krishna le vio y le dijo:
—Daruka, ve inmediatamente a Hastinapura y cuéntale a mi querido Arjuna todo
lo que ha sucedido en Prabhasa, cuéntale todo a Yudhisthira y explícale la degradación
moral en la que había caído la casa de los vrishnis. Diles que los héroes se habían
deteriorado tanto que una reyerta de borrachos fue suficiente para causar la destrucción
de todos. Cuéntale la maldición de los rishis y la de Gandhari. Trae a Arjuna a Dwaraka
y pídele que cuide a las mujeres y a los niños, dile que venga pronto.
Con el corazón muy apesadumbrado, Daruka se despidió de Krishna y se puso en
marcha hacia Hastinapura. Krishna fue corriendo a donde estaba su hermano y le dijo:
—Hermano, espérame, voy a Dwaraka a dejar a las mujeres y a los niños con nuestro
padre, luego regresaré y nos iremos juntos.