Page 137 - Pacto de silencio
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En el caso de la afectada fallecida María Concepción Rodríguez Núñez, ésta ni
siquiera había consumido aceite con anilidas al ser hospitalizada, se recogieron en su
casa todas las existencias de aceite, que fueron analizadas en el propio Instituto
Nacional de Toxicología del que es director el referido Dr. Tena. La conclusión literal
a que llega el Instituto es ésta: «Los cuatro aceites que venían en envases cerrados
con la etiqueta Cuevas han sido analizados, encaminando estos análisis a determinar
si podían tratarse de aceites productores del síndrome tóxico». A lo que agrega: «Los
resultados obtenidos en las determinaciones llevadas a cabo permiten concluir que se
trata de aceite de oliva no productor del síndrome tóxico». Pero paradójicamente, el
mismo Instituto Nacional de Toxicología, que emite igualmente el informe de la
autopsia practicada a la fallecida que ingirió estos aceites «no productores del
síndrome tóxico», María Concepción Rodríguez Núñez, concluye que en las muestras
de hígado y de pulmón de esta fallecida se ha comprobado mediante cromatografía de
líquidos de alta resolución y cromatografía: de gases con detector de nitrógeno, la
presencia de anilidas, lo que a juicio del Instituto de referencia demuestra que la
causa de la muerte de María Concepción Rodríguez Núñez ha sido debida al aceite
productor del llamado síndrome tóxico. Aunque ella solamente tomó aceite de oliva.
Ahora, que el lector me ate esa mosca por el rabo. Y que el aplaudido sir Richard
Dolí tome nota de que la historia no está tan clara como él nos la quiso vender.
Porque cabría aducir que, habiendo muerto del síndrome tóxico, y no habiendo
consumido por otra parte en su casa aceite de colza presuntamente tóxico, sino aceite
puro de oliva, María Concepción Rodríguez Núñez podría haber tomado el aceite
presuntamente tóxico con algo que comiera ocasionalmente fuera de su casa. Pero, tal
y como enseguida pasaremos a ver, las anilidas no producen intoxicación aguda, lo
cual quiere decir que su grado de toxicidad no es lo suficientemente elevado como
para producir una intoxicación grave con una sola o unas pocas dosis, sino que habría
que pensar en una acumulación sucesiva de tóxico en el organismo a base de
repetidas ingestiones del aceite. Lo cual por sí solo ya sería querer buscarle tres pies
al gato, por el hecho de que las anilidas se eliminan del organismo en cuestión de
horas, con lo que la acumulación se hace difícil. Pero lo que sí está absolutamente
fuera de toda duda es el hecho de que una toma ocasional de aceite fuera de su casa,
tampoco puede haber bastado para ocasionarle la muerte a María Concepción
Rodríguez Núñez. ¿Qué más habrá que inventar ahora para que su muerte —que,
repito, fue producida por el síndrome tóxico— pueda ser atribuida en apariencia al
aceite de colza?
A pesar de no estar nada ciará esta historia, el Instituto Nacional de Toxicología
no duda en afirmar en su Resumen de las actuaciones realizadas hasta el día 1 de
diciembre de 1981, en su punto 1.11: «El Instituto Nacional de Toxicología considera
a las anilidas de ácidos grasos halladas, como los únicos productos posibles
responsables de la intoxicación, ya que estas sustancias son las que en mayor
proporción se encuentran en los aceites, presuntos tóxicos, y no se conoce su
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