Page 173 - El judío internacional
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El Presidente hizo lo humanamente posible para desbaratar el plan judío. Ello no obstante, se le
                  distinguió un año mas tarde con honores extraordinarios, presentándose los Altos Grados de la
                  Orden de B'nai B'rith en la Casa Blanca, y condecorándole con una medalla conmemorativa, que
                  señalaba "al hombre que durante el año había hecho mas en pro de la causa judía". Esa solemne
                  ceremonia fue fotografiada, sin que en el semblante del presidente Taft se pueda advertir
                  satisfacción extraordinaria alguna.

                  Ni aun después de esto se sintieron los judíos muy seguros del presidente. En cartas y en
                  publicaciones se advertía el temor de que aun pudiera Taft hallar los medios para mantener
                  cordiales relaciones con Rusia. Fue vigilado y asediado, no dejándosele libre ni un solo instante.
                  Con esto, en efecto, se le torno imposible amenguar la tensión de las relaciones. Se quería por
                  todos los medios que Francfort acaparara intermediariamente el comercio norteamericano con
                  Rusia, y que Rusia sufriera un golpe mortal. Toda acción de tal política racial aporto además
                  ganancias en metálico: sangran al mundo entero, cuando simultáneamente le sojuzgan.

                  La primera victoria sobre Rusia la conquistaron los judíos en los Estados Unidos; la segunda, la
                  catástrofe final, fue el bolcheviquismo, la ruina del país y el asesinato de los Romanoff.

                                                             XV
                             HISTORIA DE BENNETT, EDITOR PERIODISTICO INDEPENDIENTE

                  Consiste la primera respuesta de los judíos a cualquier crítica de su raza por un no-judío; en la
                  amenaza y hasta en la ejecución de medidas terroristas; si es un comerciante, se le declara el
                  boicot. La táctica que se sigue en tales casos suele ser la circulación, primero de boca en boca, de
                  la amenaza: "hagamos callar a ese". Después por medio de la prensa aparece diariamente en lo
                  posible con un encabezamiento llamativo, el ataque, haciendo los editores pregonar sus hojas "con
                  revelaciones sensacionales". Se resuelve no comprar directamente a dicho comerciante, y boicotear
                  también a todo aquel que le compre. Consiguieron con este método seguido al pie de la letra,
                  causar el consabido "temor a los judíos". Un gerente no-judío de cierta importante casa comercial
                  profeso con entusiasmo la idea de que la vida comercial también debiera basarse ampliamente
                  sobre los principios de la moral y del honor.

                  En un banquete ofrecido a su clientela, hablo de tales máximas, formulando el siguiente voto: "En
                  la vida comercial es preciso asimilar cada vez mas los principios de Jesuscristo". Figuraban entre la
                  clientela cuarenta judíos, que desde aquel instante ya no fueron clientes suyos.

                  El tema de este capitulo es la historia de un boicot que duro largos años, y que se refiere al New
                  York Herald, un diario de Nueva York que se atrevía a mantenerse independiente de las influencias
                  hebreas. Existió dicha empresa periodística durante unos 90 años, pero desapareció por fin, al
                  fusionarse con otra. En el campo de las informaciones universales distinguióse extraordinariamente,
                  enviando a Henry Stanley a la exploración de África, equipando la expedición de la "Jeanette" al
                  Polo Norte, y participando en la colocación del primer cable submarino. Más fue su mayor gloria, sin
                  embargo, el mantenimiento, durante decenios, de su completa independencia periodística contra
                  los ataques llevados por el judaísmo neoyorquino. Radicaba su fama en el mundo editorial en que
                  ni su información política, ni su redacción, eran vulgares ni influenciables.

                  Su propietario, James Gordon Bennet, fallecido en 1918, ocupó siempre una posición amistosa
                  frente a los hebreos de su ciudad. Jamás estuvo predispuesto contra ellos, ni les ofendió nunca
                  intencionalmente. Hizo en cambio hincapié en cuanto se refería a la honra de una empresa
                  periodística independiente. Jamás admitió la teoría de que la clientela anunciadora debiera ejercer
                  la mínima influencia sobre la redacción de un diario.

                  Treinta años ha, la prensa neoyorquina era aún independiente, en tanto que hoy está efectiva y







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