Page 170 - El judío internacional
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Data el quid del tema "Taft y los judíos" de la época en que Mr. Taft era aun presidente de los
Estados Unidos. Sostienen los judíos ante el gobierno de Washington una embajada perpetua, cuya
misión consiste en vigilar perennemente a todo presidente durante el desempeño de sus funciones,
así como a su eventual sucesor. Es por eso que Taft era conocido por los judíos mucho antes de
que fuera presidente. Sea porque no prejuzgaran debidamente su ulterior política, o porque no
concedieran gran importancia a su personalidad, es evidente, de cualquier modo, que no hicieron
gran caso de él. Se carecen de suficientes indicios para juzgar si antes de ser elegido presidente
corría el detrás de los judíos, o estos en pos de el.
Demostró una vez, cierta oposición contra los hebreos, por lo cual le declararon estos
absolutamente "alejado" para ellos. En otra oportunidad se presiono sobre el con tan hábiles
ardides, que "obedeció" para siempre a los caprichos judíos. Pertenece el caso a la larga historia de
disensiones que Norteamérica tuvo que sostener con otros Estados por culpa de los judíos. Desde
1840 hasta 1911 sufrieron los Estados Unidos por esta razón numerosos disgustos diplomáticos, y
en el transcurso de uno de ellos, que alcanzo su punto culminante en 1911, el presidente Taft fue
"absorbido".
Por espacio de largos siglos tuvo Rusia sus conflictos con los judíos, pues estos minaban los
fundamentos de su Estado, hasta que un día sucumbió Rusia al poder judío. Sabía Disraelí lo que el
mundo entero ignoraba: que la mano hebrea pesaba cruelmente sobre dicho imperio. Consis ió el t
más absurdo engaño universal de la era moderna en la propaganda antirrusa por las pretendidas
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"persecuciones de los heb eos". Dicho imperio, por el contrario, había destinado para los judíos
gran parte de sus terrenos del Sur, siendo al propio tiempo tan benigno en la ejecución de las leyes
prohibiéndoles sistemáticamente sobre toda la nación una red invisible, en la que aprisionaron todo
el comercio del trigo y la "opinión publica", burlándose así del gobierno zarista. Recomenzó el
griterío de las "persecuciones" porque no se les permitía explotar a su guisa a los campesinos;
obtuvieron dicha prerrogativa a pesar del gobierno.
Cuando los Estados Unidos se convirtieron en la "Nueva Jerusalén", resolvieron sus ciudadanos
hebreos utilizar al gobierno norteamericano para la ejecución de aquellas intenciones que hasta
entonces, con otros medios, no había aun podido realizar. Hebreos rusos y alemanes solían venir a
Norteamérica, donde se hacían nacionalizar lo antes posible, para regresar luego en calidad de
"norteamericanos" a Rusia con el propósito de establecer allí sus comercios. Rusia, sin embargo,
conceptuaba a los judíos como tales y afectos a su legislación.
Cuantos más hebreos, alemanes y rusos volvía a Rusia para así burlar las leyes rusas, tanto mas se
acumulaban las protestas dirigidas a la Secretaria de Estado en Washington. No se les dio
importancia al principio, porque en muchos casos resulto de las averiguaciones practicadas que
esos "nuevos" norteamericanos no tenían interés alguno en volver nunca a los Estados Unidos, sino
que habían adquirido la ciudadanía norteamericana únicamente para que les sirviera de pasaporte
general en Rusia. En dichos casos, el gobierno norteamericano no tenía razón de intervenir
siquiera. Se encargo, entonces a los representantes consulares norteamericanos que se ocuparan
del asunto. Uno de estos, John W. Foster, informo en 1890 al gobierno de Washington, diciendo
que Rusia debía complacer con gusto a ciudadanos norteamericanos genuinos, pero no a hebreos
alemanes enmascarados.
Por aquella época empezó a hacerse en los Estados Unidos una propaganda muy activa sobre la
"cuestión rusa". En primer término gritaban los judíos con su característico modo sobre
"persecuciones", como si la vida de los hebreos en Rusia fuera el mismo infierno. En cambio el
embajador Foster informo en aquella época diciendo: "...En todas las ciudades rusas excede el
numero de los hebreos efectivamente allí residentes al de los censados, siendo bastante mayor de
lo que lo permitiría una estricta interpretación de la legislación vigente. Conociendo así los asuntos
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