Page 167 - El judío internacional
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norteamericanos que actúan en los círculos aristocráticos, sin por ello abandonar su trato con
aventureros, agentes secretos, espías políticos, con hebreos enmascarados, y con las potencias
subterráneas, de las que la humanidad, en general, poca cosa sabe.
Esta serie de alzas y bajas constituye el secreto del poderío judío, el que para relacionarse ignora lo
indecoroso. A judío alguno se le expulsa de su comunidad por un delito cometido en detrimento de
los no-judíos, sino que, según su carácter y sus facultades, hallara siempre una situación adecuada.
Ciertos hebreos neoyorquinos pertenecientes a la "alta sociedad" no dejaran de recordar,
seguramente sus intimas relaciones con el "aventurero" que abandono los Estados Unidos para
destruir la Rusia zarista. A otros, en cambio, les resultaría muy incomodo el que se mencionasen
sus relaciones con "agentes secretos y espías políticos". Es Sidonia el prototipo del judío
internacional y también del existente en Norteamérica.
Hasta ahora se nos habló del curso exterior de la existencia de Sidonia. Después este habla de si
mismo, lo que se hace "a mayor gloria del judaísmo" en general. Extiéndese sobre las injusticias
que su pueblo debe sufrir en Inglaterra. Siempre la misma condición: mientras se educan del sumo
t
poder, susci an aun la compasión para los desdichados judíos siempre injustamente perseguidos.
La novela a que nos referimos se publicó en 1844 y, sin embargo, refleja todavía, y hasta en los
mínimos detalles, la actualidad existente en la Inglaterra contemporánea... "Desde que vuestra
sociedad inglesa cayo en el desorden, el pueblo judío, hasta entonces leal, se va colocando en una
misma fila con los niveladores políticos, resuelto a favorecer una política en la que puede perder
vida y haciendas, antes que supeditarse a un sistema que le denigra". Por niveladores políticos
debemos entender aquellas ideas políticas y religiosas mal llamadas "liberales", que tan amplio
espacio ocupan en los famosos "Protocolos", y que, impotentes para edificar nada por sus propias
fuerzas positivas, no ansían sino destruir el orden existente.
Nos facilita también esta última frase citada la respuesta de Disraelí a la pregunta de ¿por qué
habían los judíos de ayudar al bolcheviquismo, cuando sufrían bajo su régimen? O esta otra: si
realmente fuéramos omnipotentes, ¿por que padeceríamos también bajo los desórdenes reinantes
en el mundo? Resulta que todo desorden representa un peldaño en el camino hacia el predominio
mundial hebreo, y por este ideal cada judío aguanta voluntarioso todos los sufrimientos. Empero,
no tiene que sufrir los judíos jamás tanto como en igualdad de circunstancias sufren los no-judíos.
En Rusia, por ejemplo, los soviets dejan importar toda clase de vituallas para los judíos. Cantidad
de "victimas hambrientas de la guerra" están en perfectas condiciones de poder pagar hasta los
más elevados pasajes para Norteamérica. Sus padecimientos, relativamente ínfimos, los soportan
en la seguridad de que cada catástrofe de la sociedad humana les brinda una oportunidad para
acerca algo más sus garras a los centros del poder, en este mundo.
Según las instrucciones impartidas en los "Protocolos", lo hebreos derrumban el orden existente,
propagando "ideas". Expresa Sidonia: "En una crisis política perdieron los conservadores una banca,
porque los judíos votaron en contra de ellos. La Iglesia, preocupada por el plan de una universidad
liberal, se entera, satisfecha, de que no se reúnen para ello las sumas necesarias: un judío adelanta
entonces los fondos, suministrando lo necesario... Y a cada generación que pasa, saben tornarse
mas peligrosos en su poderío contra la sociedad, que se les muestra hostil". Han pasado desde
entonces varias generaciones. Cada orden societario no-judío es considerado por el hebreo como
una organización hostil, a la que debe derrumbar. Disraelí fue un profeta; sus palabras se
cumplieron: con cada generación los judíos se hicieron más peligrosos y más poderosos. El grado
de peligro se evidencia a cada mirada lanzada a nuestro alrededor.
Sidonia añade: "Le dije ya que pensaba irme mañana a la capital, porque me impuse la regla de
estar presente siempre cuando se trata de algo político. Por lo demás, de nada me ocupo. Leo en
los diarios sobre guerra y paz sin alterarme, salvo que me entere de que alguno que otro soberano
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