Page 175 - El judío internacional
P. 175

apoyaran la candidatura hebrea a la alcaldía.

                  Se vieron los editores en apuros. Reflexionaron larga y profundamente acerca del problema. La
                  redacción del Herald telegrafió el contenido de la carta a Bennett, que se hallaba en viaje, y que
                  telegráficamente contestó "Dése a publicidad la carta", lo cual se hizo. Quedo estigmatizada la
                  labor subterránea de la clientela judía de anuncios, y el Nueva York no-judío vióse libre de una
                  pesadilla. El Herald, por su parte, declaro que estaba dispuesto a defender los intereses públicos, y
                  no los particulares.

                  Los dirigentes judíos atacaron al Herald y al hombre que había osado descubrir sus proyectos. Fué
                  el Herald el órgano de la buena sociedad neoyorquina, y cuido Bennett de que únicamente los
                  apellidos de familias verdaderamente prominentes aparecieran en las columnas de su diario. Los
                  numerosos cuentos de como Bennett burlo a los judíos súbitamente enriquecidos en su afán de
                  aparecer en las "Notas sociales", son de los mas chusco que se conoce en la historia periodística.
                  Pero a pesar de todo fue lo suficientemente prudente para no provocar el odio franco de los judíos.
                  No es que se sintiera predispuesto contra ellos. Solo que no se dejaba atemorizar.

                  Se aliaron todos los elementos ricos e influyentes del hebraísmo neoyorquino para asestar a
                  Bennett el golpe decisivo que le abatiera. Retiraron como un solo hombre los clientes hebreos sus
                  anuncios de los diarios de Bennett, Herald y Evening Telegram, basando tal proceder en el pretexto
                  de que el Herald evidenciaba abierta hostilidad contra los judíos. El motivo verdadero de su
                  proceder fue la firme voluntad de anular a un editor periodístico norteamericano que se atrevía a
                  mantenerse independiente de ellos.

                  El golpe fue mortal, en efecto, significando la perdida de casi medio millón de dólares anuales.
                  Cualquier otro diario de Nueva York hubiese quebrado inmediatamente. Lo sabían los hebreos y
                  esperaban tranquilamente la quiebra de Bennett a quien declararon su enemigo.

                  Pero Bennett era un luchador instintivo. Es probable, además, que conociera la "psiquis" hebrea
                  mejor que todos los no-judíos neoyorquinos juntos. Contestóles en una forma realmente
                  inesperada y sensible para sus adversarios. Las columnas principales de sus diarios habían estado
                  copadas hasta ese momento solo por avisos de los judíos. Las ofreció entonces en condiciones
                  excepcionalmente ventajosas a comerciantes no-judíos, y estos, que anteriormente, gracias a la
                  mayor riqueza de los avisadores judíos, se habían visto arrinconados en los reversos, o en las
                  columnas de menor importancia, brillaron desde aquel instante en los lugares de mas eficacia
                  anunciadora. Uno de los negociantes no-judíos que saco mayor provecho de esta situación fue John
                  Wanamaker, cuyos formidables anuncios siguieron desde entonces apareciendo sin cesar, en los
                  diarios de Bennett, que siguieron publicándose en idéntico volumen, tirada y parte de anuncios. No
                  se produjo la tan calculada catástrofe. Para sus adversarios, en cambio, la situación resultó
                  tragicómica, apareciendo más competidores no-judíos en las columnas anunciadoras de más realce,
                  en tanto ellos quedaban excluidos de la propaganda en los diarios mas leídos de la ciudad. El boicot
                  recayó, pues, sobre los propios boicoteadores.

                  Esto rebasaba los límites. Los hebreos quisieron hacer las paces, volviendo a Bennett, para ocupar
                  nuevamente sus antiguos puestos en los avisos. Pero Bennett dijo que no. Propusieron tarifas mas
                  elevadas, y Bennett contesto: "¡No, señores!". Tuvieron que renunciar definitivamente a sus
                  anuncios en lugares de preferencia.

                  Acaeció aun algo cómico. Ciertos hebreos, cuyo sentido mercantil estaba mas desarrollado que su
                  instinto racial, siguieron insertando sus avisos en el Herald aun durante el boicot. al ver como
                  regresaban contritos sus hermanos rebeldes a los puestos que buenamente pudieron ocupar,
                  creyeron que Bennet había aceptado a estos ofreciéndoles tarifas reducidas y le enviaron una carta
                  solicitando para ellos un trato igual. También se publico esta carta, declarando que a ninguno de







                                                                                                             175
   170   171   172   173   174   175   176   177   178   179   180