Page 176 - El judío internacional
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los hebreos anunciantes le había sido aplicada tarifa especial alguna.
Bennett venció, pero la victoria le costo muy cara. Durante la duración del boicot, aumentaron
constantemente la población hebrea de Nueva York y su poderío. En el periodismo también surgían
cada año mas poderosos, suponiendo que con el predominio en la prensa neoyorquina podrían
dirigir la ideología de la nación entera. Vieron en Nueva York la cabeza de los Estados Unidos,
cuando cualquier persona prudente la conceptuaba un foco infeccioso.
Mediante fusiones disminuyó el número de los grandes rotativos neoyorquinos. A. S Ochs, hebreo .
de Filadelfia, adquirió el Times de Nueva York, convirtiéndolo en un diario de gran circulación,
aunque con el principal objetivo de servir a los intereses semitas. Se elogia y defiende en sus
columnas al judaísmo, constantemente, en tanto que a otras razas se menciona someramente.
Finalmente apareció Hearst en escena, un peligroso agitador, no solo por estar complicado en
asuntos equívocos, sino también por servir a una categoría dudosa de hombres. Se rodeó de un
núcleo de judíos, les favoreció, y les trato con guante blanco; tropezó también con ellos a veces,
pero jamás escribió la verdad sobre ellos, ni les abandonó. Como recompensa, gozaba del favor de
sus avisos.
Se colocó así la piedra fundamental del predominio hebreo sobre la prensa norteamericana, y en
adelante siguió creciendo cada vez más. Fue apagándose el brillo de los antiguos nombres yanquis
de editores-periodistas.
Se funda una empresa periodística sobre una personalidad relevante, o constituye un simple
negocio mercantil. Tiene en este último caso mayores perspectivas de sobrevivir a su fundador. El
Herald estaba identificado con Bennett. Con su salida tuvo por fuerza que perder la empresa la
mayor parte de su fuerza y relieve. Bennett quiso a su empresa, como a un hijo. A fin de evitar que
su obra llegara a ser presa de los hebreos, dispuso en su testamento, que el Herald no cayera
jamás en manos de un solo dueño, a cuyo objeto ordeno que todos los ingresos se acreditaran a un
fondo en favor de sus colaboradores. Bennett falleció en mayo de 1918.
Los enemigos hebreos del Herald, aun en postura hostil, retiraban sistemáticamente sus avisos
para, en lo posible, forzar la venta del diario. Fuertes elementos financieros del bando contrario
empezaron a comprender y a temer el naciente peligro de una prensa completamente judaizada.
Reunieron una fuerte cantidad e hicieron comprar el diario por F. A. Munsey. Ante el asombro
general, este cambio después de color y fusiono la empresa con la del "New York Sun". La obra de
Gordon Bennett desapareció con dicha transacción y sus colaboradores se hallan hoy esparcidos.
El triunfo de los hebreos constituyo una victoria financiera ganada sobre un muerto. Mientras vivió
Bennett, fue un vencedor, financiera y moralmente. Siempre recordaran los norteamericanos al
Herald como ultimo baluarte frente al hebraísmo neoyorquino, en cuyo periodismo actual este
predomina más que en ninguna otra ciudad del mundo entero. Existe en otras partes alguno que
otro diario que diga la verdad acerca de los hebreos. En Nueva York ni siquiera. Y así quedaran las
cosas, hasta que los norteamericanos despierten de su somnolencia, deslindando claramente el
punto de vista nacional. Entonces podría ocurrir que los todopoderosos de hoy tengan por que
temblar ante la perspectiva del mañana.
Es la moraleja de esta historia, que todo provenga de Nueva York hay que contemplarlo con
desconfianza, porque procede del centro del gobierno hebreo, cuya finalidad tiende a influenciar las
ideas del pueblo norteamericano para dominarle absolutamente algún día.
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