Page 192 - El judío internacional
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La acusación de desmoralización, por medio de la "música para el pueblo", va acompañada de otra
                  no menos importante, y es la de que dicha música ni siquiera es "popular en el genuino sentido del
                  pueblo". Todo el mundo la escucha, la tararea, se le imprime en el odio en cada función
                  cinematográfica y de music-hall, se anuncia en chillones carteles, los gramófonos la gritan noche y
                  día, las bandas de música parecen enloquecidas reproduciéndola, y la repiten los pianos mecánicos.
                  Por este solo poder de la simple repetición se pega a nuestros odios hasta que un nuevo "dernier
                  cri" la sustituye. No se encuentra en todo ello verdadera popularidad. Por lo general no se hallan ni
                  vestigios de sentimiento en esas canciones ofrecidas con enorme reclamo, sino que jóvenes y
                  viejos sucumben simplemente al poder mecánico de determinadas frases y melodías, que día a día
                  les atacan los tímpanos.

                  La precaución de hallarse siempre "al corriente" impulsa a los propietarios de un piano a entrar en
                  los negocios de música, para enterarse de lo que es de ultima moda. ¡Naturalmente que es siempre
                  la música salvaje de producción hebrea, contagiando en esa forma una casa tras otra!

                  En cuanto a sentimiento popular, ni rastros. Son estas canciones tan pobres en espíritu y alma, que
                  no tienen sino una vida efímera, para fenecer de la noche a la mañana. Pero ya apareció otro
                  nuevo "cri", y como es el último, porque la propaganda anuncia que es un "cri", y porque los
                  "cañones" hacen que todo el mundo lo tararee, resulta que se hace "popular". Y es siempre el
                  mismo viejo truco "cambiar el estilo" para obligar la venta y ganar dinero. Nada hay de perdurable
                  en la producción hebrea: ni en la moda, ni en los cines, ni en las canciones. Debe siempre haber
                  algo "dernier cri", para conducir la oleada del dinero popular hacia los bolsillos de los fabricantes de
                  jazz.

                  Hay que tener siempre presente dos cosas: que la "música para el pueblo" es casi siempre
                  irracional y causa primordial de la desmoralización, a no ser la única que coopera con el cine. Y que
                  tal música proceder exclusivamente de los hebreos.

                  No crearon nunca los judíos aires populares; desfiguraron simplemente los ajenos. El instante en
                  que los hebreos se apoderaron de la canción popular, es el mismo en que dejo de tener un fondo
                  moral. La cantaba el pueblo, sin tener que ocultar nada en ella. En cambio, la moderna canción
                  "popular" es tan dudosa, que el intérprete muchas veces hasta debe cerciorarse primero del nivel
                  moral de su auditorio.

                  Pide el gusto del publico aquello que se le ofrece con mayor frecuencia, siendo como es cuestión de
                  costumbre. Carece el público de hoy de facultades de diferenciación y admite lo que se le ofrece. Y
                  se transforma este gusto público en relación con el alimento espiritual que se le ofrece. Un cuarto
                  de siglo de ilimitada influencia de teatro, cine, música popular, cafetería y prensa al estilo hebreo,
                  unido a la impune denigración de toda contracorriente moralizadora, y el gusto del público quedara
                  desfigurado definitivamente hasta lo desconocido.

                  Cantaba antiguamente el pueblo, más no como hoy. No tuvieron los textos quizás gran profundidad
                  intelectual y las melodías fueron tal vez sentimentales, pero los cantares de doble sentido estaban
                  prohibidos, al menos en la buena sociedad. Así como las modas del mundo frívolo se observaban
                  solo en determinados barrios, también las canciones sicalípticas tenían su círculo determinado. Pero
                  rompió la moda sus límites penetrando hasta en la sociedad decente.

                  Las viejas canciones populares grabadas por si solas en la memoria, no quedaban jamás fuera de
                  moda. ¿Quien podría hoy recordar la más popular del mes pasado?

                  Constituyen las melodías un caso de por si. En varias oportunidades los tribunales tuvieron que
                  hacer constar que fueron "adaptadas", es decir, robadas. La causa de esta nueva forma especial de
                  indecencia hebrea consiste en la táctica genuinamente suya de aumentar en lo posible la venta







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