Page 196 - El judío internacional
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Son más o menos cincuenta las organizaciones patronales en el ramo de la confección. Es del caso
que la mayor parte del trabajo se efectúa con mujeres. Empero, no es así, sino que la mayoría de
los obreros son varones.
Las entidades hebreas de patronos y obreros, respectivamente, que monopolizan la totalidad del
ramo de las confecciones en los Estados Unidos, forman un ala extrema del ejercito hebreo
destinado a la revolución política. Forman el ala opuesta la Kehilla neoyorquina y el Comité judeo-
norteamericano mancomunado.
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Existen, en realidad más bolcheviques en los Es ados Unidos que en Rusia misma. Su finalidad y su
carácter de raza son iguales aquí y allá. Si no consiguieron aquí tanto como en Rusia, es porque en
Norteamérica ya se halla algo mas divulgado el conocimiento de esa raza, y, además, por el
promedio mas elevado de cultura popular, y la sólida autoridad del gobierno.
Constituyen baluarte de la influencia y actividad de los bolcheviques en los Estados Unidos, las
asociaciones obreras hebreas. Profesan estas, casi sin excepción, un programa plenamente
bolchevique, y no tanto esto frente a las industrias, como frente al país entero. El que se haya
conocido este detalle, resulta en extremo molesto a los prohombres hebreos. Les fastidia que se
haya demostrado el carácter judío del bolcheviquismo ruso, pero que se llegue a comprender que
existe otro tanto en los Estados Unidos resulta para ellos una terrible acusación que, muy
difícilmente, podrían desvirtuar.
El bolcheviquismo ruso se desarrollo en los barrios del Este neoyorquino, animado y propulsado
religiosa, moral y financieramente por altos personajes judíos. Procedía Leon Trotzky del este
neoyorquino, teniendo las energías que apoyaron su centro en la Kehilla. Esta y el Comité judeo-
norteamericano estuvieron interesados en la obra de destrucción de un Estado que durante aquella
misma guerra fue amigo y aliado de los Estados Unidos. El bolcheviquismo ruso fue apoyado por el
oro hebreo procedente de Norteamérica.
Gran extrañeza debe causar la paciencia de nuestro país, que permitió al comunismo judío
desplegarse tan francamente a la vista de todos. Puede consistir la única explicación verosímil de
tan raro hecho, en que los judíos creyeron, que el pueblo yanqui jamás llegaría a despertar a la
comprensión de estos hechos, ni a oponer una resistencia. Les ha disgustado visiblemente la amplia
divulgación de la táctica hebrea y de sus portavoces. Resulta de ahí, por el momento, y si se puede
creer las afirmaciones judías, que se va aplacando un tanto el entusiasmo revolucionario entre los
judíos norteamericanos.
Entre los que más protestan se cuenta Benjamín Schlensinger, presidente de la Unión Internacional
de obreros de la confección, con 150.000 miembros, y que constituye una entidad revolucionaria
tendiente a destruir la economía y el Estado actuales. Se queja este de que últimamente los jueces
hebreos fallaron condenando algunas huelgas judías. "Dícese que actúan así para salvaguardar el
buen nombre judío, y para que no se diga que todos los hebreos son bolcheviques".
Otra gran organización obrera perteneciente a la Kehilla, es la Unión de Confeccionistas de
Norteamérica, que agrupa con toda desfachatez propagan ideas bolcheviques. Es su presidente
Sidney Jillmann, comunista reconocido oriundo de Rusia. Sus secretarios, Schlossberg y Abraham
Schiplakoff, anuncian como objetivo de su propaganda la violenta expulsión de los fabricantes,
según los precedentes de Rusia y Turín, donde, como se sabe, penetraron los obreros con música y
banderas desplegadas en las fábricas como dueños. Solo omiten decir que, poco después, aquellas
fábricas quedaron paradas.
Es preciso hacer constar que todos estos miembros de las entidades obreras revolucionarias son
también adherentes de la Kehilla neoyorquina, estando supeditados a la dirección general del
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