Page 34 - El judío internacional
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Un egresado de una Facultad norteamericana efectúo hace años un viaje de negocios a Rusia. Era
perito en un muy importante ramo de ciencias aplicadas, y además un observador en extremo
escrupuloso. Arribo a Rusia con el deseo de estudiar el trato que daba el gobierno ruso a los judíos.
Tres años vivió en Rusia; regreso después por un año a Norteamérica, y quedóse nuevamente casi
otro tanto en Rusia. De regreso por segunda vez a la Unión, creyó oportuno ilustrar al pueblo
norteamericano con respecto a la cuestión judía. Redacto un articulo muy detallado y lo envío al
editor de una revista muy acreditada en los Estados Unidos. El editor llamóle a la redacción
conferenciando con el durante dos días y quedando sumamente impresionado por todo cuanto oía;
mas declaro que no podría publicar aquel articulo. Lo mismo se repitió después con otros diversos
editores de grandes revistas, y no precisamente porque el viajero no hubiese acertado en sus
estudios del asunto. Al contrario, todo cuanto aquel escribiera sobre otro tema lo publicarían con
gusto. Lo que no era posible en absoluto es que se aceptase o imprimiese en Nueva York su
sensato artículo sobre los judíos.
A pesar de todo logro penetrar finalmente la cuestión judía en una revista neoyorquina, pero más
bien como casco de una granada arrojada desde el campo judío contra la cuestión judía, para, de
ser posible, eliminar el problema y afirmar así la tesis de que dicha cuestión ni siquiera existe.
Raro fue que las grandes revistas (cuyos directores financieros seria interesante revelar) no
admitieran sino justamente este único articulo sobre la cuestión judía. Pero aun así, el gran publico
aprendió muchísimo con solo leer este único articulo, cuyo objeto básico era poner de relieve que la
cuestión judía en realidad no existe.
El señor William Hard, en la edición de junio del Metropolitan, utilizo aquel artículo como mejor
pudo y es indudable que las agencias telegráficas y los corresponsales internacionales, que tan
atentamente velan por todo cuanto favorezca a los judíos, habrán felicitado efusivamente al editor
del Metropolitan por su ayuda en aletargar al público.
En primer término, el artículo hace constar la existencia real de una cuestión judía. El señor Hard
dice que de ella platicase en los salones de Londres y París. No consta, empero, si el autor desea
patentizar con ello la nulidad o escasa importancia del asunto, o tan solo sus vastas relaciones con
aquellos círculos. Refiere además, que cierto documento relacionado con la cuestión judía círculo
profusamente en determinados círculos oficiales de Washington. Reproduce una correspondencia
cablegráfica sobre el asunto, publicada oportunamente por el diario neoyorquino World. No cabe
duda que su articulo se publico demasiado pronto para poderse ocupar de la nota dedicada a aquel
documento por el Times de Londres. De todos modos, para el lector interesado solo en hechos
reales, le hizo constar que existe una cuestión judía, y no justamente entre la plebe, sino en
aquellas esferas donde pesan con mayor intensidad las pruebas del poderío y del dominio judío. Y
llegóse hasta a debatir en ellos la cuestión, cosa que el señor Hard hace constar expresamente. Si
no ahonda más aun, diciéndonos que hasta se discute muy seriamente en los más elevados
puestos y por personalidades de importancia nacional e internacional, explicaráse tal omisión
probablemente por dos razones: o porque no lo sabe, o porque considera tal afirmación como
contraproducente a la tendencia de su artículo.
Mas, sea por lo que fuere, lo cierto es que el señor Hard hizo constar que existe una cuestión judía,
y que se la debate entre personas que por su posición se hallan en las mejores condiciones para
juzgar el asunto.
Recibe el lector del artículo la impresión de que el judaísmo es una conjura, al afirmar el autor que,
personalmente no cree en la misma. Puede esta aseveración aceptarse con desenfado, pues para el
sentir no-judío no existe nada mas ridículo que la admisión de una conjura en masa, por la mera
razón de que para el carácter no-judío tal conjura universal implica una imposibilidad. El señor Hard
es no-judío, sabiendo por ende cuan imposible seria, aun por breve tiempo, cualquier conjura de
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