Page 30 - El judío internacional
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ninguna otra, siendo la razón de este fenómeno uno de los grandes misterios que jamás serán
aclarados. En el carácter judío, tal como es presentado por la historia antigua y moderna, radica sin
duda gran parte de la culpa de tal enemistad. Allí donde el judío llegue a establecer contacto con
los pueblos de raza aria, que sin restricciones se entregan al desarrollo de sus facultades culturales
y morales, despertara esa animosidad, por el mismo provocada. Este sino de los judíos preocupo
siempre a los pensadores de todas las épocas. Algunos pretenden explicar el fenómeno
bíblicamente, como resultado de la maldición de Jehová contra su pueblo predilecto por haber
desobedecido la ley, con cuya maldición deseo utilizarlo como pueblo en el que se cumplan las
profecías todas para ejemplo del resto de la humanidad. Si constituye este castigo parte de la
herencia judaica, bueno será recordar asimismo aquí aquella frase de las Sagradas Escrituras, que
dice: "¡Deberán sobrevenir rebeldías, más ¡ay de aquel por cuya culpa sobrevengan!".
3. En ciertas partes del mundo en distintas épocas, este sentimiento de odio provoco
estallidos de sangriento fanatismo que, como todos los grandes dolores humanos causaron horror y
consternación. Esa es la forma extrema en que se manifestó el antisemitismo, y cualquier intento
de discutir en público la cuestión judía provoca la maliciosa sospecha de que se intenta la repetición
de tales persecuciones. Estas, aunque imperdonables, puede, por otro lado, explicarse
perfectamente. Los judíos las explicar como consecuencia de un fanatismo religioso, en tanto que
los no-judíos ven en ellas la violenta repulsión de un yugo que los judíos les habían impuesto
económicamente. Lo extraño es que en Rusia – para citar un país determinado, donde con mas
frecuencia se repitieron las persecuciones – ocurrieran justamente en las regiones mas ricas del
país, hasta el extremo que los judíos declararon públicamente que, si emigraban, volverían esas
regiones a su estado de primitiva pobreza. Poco inteligente seria negar este hecho, en todo
momento confirmado por viajeros plenos de indignación contra los rusos, por su comportamiento
con los judíos, que visitaron aquel país (cuyos relatos se leen preferentemente en la prensa
anglosajona), y que al retornar a su patria desvirtuaron estas crueldades y a veces hasta las
disculparon. Observadores imparciales descubrieron también que algunas de dichas persecuciones
fueron instigadas por los propios judíos, por lo que tampoco debe olvidarse que cualquier pequeñez
dicha o cometida contra un solo judío encuentra en el periodismo mundial judaizado un eco
exagerado, o, como vulgarmente se dice, "hinchan el globo". Un reportero conocidísimo como leal
partidario de los judíos perseguidos en Rusia, vióse expuesto a los más recios ataques por parte de
los judíos, cada vez que se vio precisado a hacer constar esta causa. Hasta la fecha es dificilísimo
conseguir, sea donde sea, que los judíos admitan ni lo mínimo vituperable que se les objete. Puede
acusarse a quien se quiera: ellos son siempre los inocentes. Esto tiene que desaparecer, si en
realidad los judíos desean cooperar, o si pueden, en la obra que elimine de su carácter aquellos
síntomas que pronostican siempre la animosidad de los demás pueblos. En otras oportunidades
reducírase el odio ilimitado existente contra los judíos a una razón económica. Esto plantea el
interrogante de si el judío habrá de destruir en si lo esencialmente judío, deshaciéndose de su
peculiar predisposición para sus éxitos, antes de que pueda conquistarse las simpatías de los otros
pueblos. La respuesta se reservara para ulteriores estudios.
En lo referente al prejuicio religioso, que siempre proclaman los judíos, es evidente que este, por lo
menos en los Estados Unidos, no existe. Sin embargo los autores judíos lo enrostran tanto a los
norteamericanos como a los rusos. El lector no-judío podrá darse fácilmente a si mismo la
respuesta mas adecuada sobre este punto, examinando imparcialmente, si alguna vez en su vida
experimento aversión contra los judíos a causa de su religión. En una logia masónica judía díjose
poco ha (discurso propalado después por el periodismo judío) que si el azar se preguntara a cien
no-judíos en la calle: ¿Qué es un judío?, responderían en su mayoría diciendo: "Un asesino de
Cristo". Uno de los mas conocidos y repudiados rabinos de los Estados Unidos dijo recientemente
en uno de sus sermones, que a los niños cristianos se les enseñaba a ver en todo judío un asesino
del Señor. Dicho aserto es repetido en la plática privada. En presencia de esto, supongo que la
mayoría de los no-judíos confesaran que tal concepto lo oyeron en nuestro país por vez primera en
toda su vida. Esta afirmación judía carece sencillamente de sentido común. En prueba de ello,
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