Page 28 - El judío internacional
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correr del tiempo nadie habrá que la pueda negar. Al fin, ni el medroso "¡callad!" de las gentes
                  emotivas será suficiente para ocultarla. Pero reconocerla simplemente no significa iniciar una
                  campaña de enemistad y de odio contra los judíos; quiere solo decir que se va manifestando cierta
                  corriente de nuestra civilización, y que por fin logro importancia y fuerza tal, que la atención
                  provocada se ve ante la perentoria necesidad de buscar conclusiones y de recabar noble solución,
                  que sin repetir los errores del pasado, elimine desde ya todos los peligros que amenazar pudieren a
                  la futura sociedad humana.

                  2.     Tampoco constituye antisemitismo la discusión pública de la cuestión judía. Conviene su
                  publicidad. La manera hasta hoy usada de debatir la cuestión judía, o aspectos de la misma, fue
                  con frecuencia errónea en este país. Mas que en parte alguna se la trato en la prensa judía, pero
                  sin lealtad y sin amplias miras. Las dos notas preponderantes, que con cansadora monotonía
                  vuelven siempre a sonar en la prensa judía son: la cortedad de miras de los no-judíos y los
                  prejuicios cristianos. Parece, en efecto, que estas dos condiciones son las predominantes y las que
                  suelen observar los escritores judíos al investigar sus propias huestes. Con la mayor seriedad puede
                  decirse que para los judíos constituye una gran ventaja el que la prensa genuinamente hebrea no
                  este muy divulgada entre el publico no-judío, pues la sola propagación sistemática de dicha prensa
                  entre los norteamericanos cristianos, seria capaz de provocar un movimiento general hostil hacia
                  los judíos. Los autores judíos que escriben para los lectores judíos, ofrecen un material en extremo
                  amplio para deducir la existencia de una conciencia arraigada del valer hebreo y de un sumo
                  desprecio para las otras razas. Si bien es cierto que en tales escritos siempre se enaltece a
                  Norteamérica, no se lo hace señalando al país que es patria de los norteamericanos, sino que se le
                  ensalza como tierra de promisión y de bienestar para los judíos que en ella residen.

                  En la prensa diaria no se discutió hasta la fecha esta cuestión. Esto no puede sorprender ni es de
                  vituperar. La prensa diaria únicamente se ocupa de "actualidades". Cuando en sus columnas son
                  mencionados los judíos, existe para ellos un abundante surtido de tópicos fijos, que empiezan por
                  regla general con una lista de hebreos históricamente celebres, y finaliza con una recomendación
                  de convecinos judíos, cuyos avisos comerciales en la mayoría de los casos figuran en la parte
                  correspondiente de aquella edición. En suma, que la discusión de la cuestión judía en nuestro país
                  consiste en una tendenciosa critica de los no-judíos en la prensa no-judía. Un ensayo imparcial que
                  debata el asunto fundándose siempre en hechos, no debe considerarse como antisemitismo, aun
                  cuando determinadas y lógicas deducciones puedan disgustar a los judíos.

                  3.     Tampoco es posible que signifique antisemitismo el hecho de que en un centro cultural
                  exista la sospecha, expresada por personas dignas de crédito de que en el mundo se va notando
                  mediante la existencia de un plan general destinado a dominar al globo entero, no ya mediante
                  conquistas políticas, o  hechos guerreros, o tratados diplomáticos, ni siquiera por medios
                  económicos en sentido científico, sino por una secreta dominación del mecanismo bursátil y del
                  intercambio mundial. No significa antisemitismo ni el decirlo, ni el aportar pruebas, y menos el
                  apoyarlo con irrebatibles afirmaciones. Los propios judíos internacionales podrían mejor que nadie
                  rebatir tal antisemitismo, mas no lo hacen. Lo mismo podrían hacer aquellos judíos, cuyos ideales
                  abrazan imparcialmente la vida cultural de toda la humanidad, y no con exclusividad la de su propia
                  raza, pero tampoco lo hacen. Tal vez algún día aparezca un profeta que siente la tesis de que las
                  antiguas promesas formuladas al pueblo de Israel no pueden cumplirse precisamente por los
                  métodos de Rothschild, ni que la profecía según la cual los pueblos todos serán bienaventurados en
                  Israel se cumpla en forma que todos los demás pueblos del mundo se conviertan en tributarios de
                  los hebreos. Pero en tanto no aparezca o se manifieste dicho estado de comprensión, en tanto la
                  política judía siga siendo lo que es hasta hoy, no puede ser conceptuada antisemitismo aquello que
                  propenda a precipitar el referido estado de opinión y hasta podríamos decir que se presta un
                  inmenso servicio al pueblo israelita descubriendo los secretos planes de determinados medios o
                  individuos influyentes de su raza.








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