Page 40 - El judío internacional
P. 40
"¿Cuál fue el programa triunfante en la Conferencia de Paz?" Tendrían sus agentes que dedicarse a
descubrir el objeto y las intenciones con que los hebreos en tan gran número y con tan
importantísimas personas arribaron a París, y la forma en que impusieron su programa. Deberían
examinar especialmente si una letra sola de su programa se modifico o desecho. Necesitaría inquirir
si los judíos, una vez logrado lo que ansiaban, no exigieron aun más, y si lo lograron también,
aunque estos significara una escandalosa preferencia ante la comunidad de pueblos. El señor
Brisbane se enteraría, probablemente que de todos los programas presentados a la Conferencia, sin
exceptuar siquiera aquel en que la humanidad tan ingenuamente creyó, el único que se acepto sin
la mínima dificultad fue el judío. De todo esto podría enterarse el señor Brisbane si se dedicara a
averiguarlo. La cuestión radicaría solamente en saber que haría el con todo ese material, de
tenerlo.
Sea cual fuere la dirección en que el señor Brisbane enfocara sus estudios, siempre y en todas
partes ampliaría en forma considerable sus conocimientos acerca de nuestro país y de su coligación
con la cuestión judía. ¿Sabe, por ejemplo, a quien pertenece efectivamente Alaska? Tal vez
Brisbane, como la mayoría del publico (excepción hecha de algunos iniciados) supone que este
territorio pertenece a los Estados Unidos. Nada de eso; Alaska pertenece con sus yacimientos
auríferos, al judío, que será muy pronto dueño absoluto de todos los Estados Unidos de
Norteamérica.
¿No se da cuenta Brisbane, desde el favorable punto de vista en que le coloca su elevada posición
en el periodismo nacional, que en nuestra existencia económica se manifiestan elementos que ni el
concepto de "trabajo", ni en el de "capital" están claramente especificados? ¿Sabe algo de una
potencia que, sin ser ni capital ni trabajo propiamente dichos, tiene empero, sumo interés, y lo
manifiesta eficazmente separando entre si el capital y el trabajo, excitando a este contra aquel, o
viceversa? En sus estudios sobre nuestra vida económica y sobre el insoluble enigma que la
envuelve, es imposible que el señor Brisbane no haya advertido algo que se manifiesta en secreto y
en la tiniebla siempre. Descifrar este enigma es lo que haría honor a una gran empresa periodística.
¿Publicó el señor Brisbane alguna vez los nombres de las personas que dirigen el aprovisionamiento
del azúcar en los Estados Unidos? ¿Las conoce? ¿Quiere conocerlas?
¿Esta enterado del negocio del algodón en nuestro país, del traspaso intencionado de propiedad de
los terrenos algodoneros, y de las dificultades que adrede se promovieron en la producción de
algodón, empezando por las abiertas amenazas de los Bancos, hasta llegar a la deformación de
precios de los géneros y confecciones? Y al hurgar en estos asuntos, ¿se fijo alguna vez en los
nombres de aquellos que los dirigen? ¿Le agradaría saber como se hacen estas jugadas y quienes
las hacen? Podría descubrir y dar a conocer muy fácilmente todo esto al público, si instruyera al
respecto a su culto estado mayor de colaboradores, peritos y publicistas. Si se siente lo bastante
libre e independiente como para emprender tal tarea, lo sabrá mejor que nadie. Mas, acaso existan
motivos de índole privada o de oportunidad para no hacerlo.
Pero existan o no, ignoramos los móviles que le podrían impedir estudiar a fondo este asunto, para
formarse un juicio cabal. Esto no implicaría intolerancia. En cambio, tal como están las cosas
actualmente, el señor Brisbane no se halla en condiciones de fallar ni a favor ni en contra. Por esta
razón su ultima defensa de los judíos no constituye siquiera una defensa, puesto que asemeja mas
bien una captación de voluntades.
Su principal alegato se dirige al parecer contra lo que el denomina prejuicio o propensión odiosa de
razas. En efecto, si alguien, al entregarse al estudio de un problema económico cualquiera, temiera
verse complicado en tan lamentable embrullo intelectual, lo abandonaría. Depende únicamente del
método de averiguación, o del investigador el que resulten del estudio prejuicios u odios.
Sumamente mezquino seria, en cambio, para un intelectual pretender utilizar tal evasiva, ya que en
40