Page 42 - El judío internacional
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pronunciarse en definitiva a favor de una critica fría e imparcial.
VIII
¿EXISTE UN PROGRAMA JUDAICO UNIVERSAL DETERMINADO?
En las disertaciones todas que exponen los publicistas judíos para explicar el creciente
antisemitismo, se encuentran tres razones: prejuicios religiosos, envidia económica y aversión
social. No interesa que los judíos lo sepan o no, más todo no-judío sabe muy bien que no existe tal
prejuicio religioso. Envidia económica acaso exista en tanto los universales éxitos de los judíos
llamen demasiado la atención publica. Determinados publicistas judíos tratan de desviar esta
atención exponiendo la tesis de que en la alta finanza no existe una preponderancia judía, mas en
este sacrificio por su pueblo, indudablemente se exceden. La finanza del mundo entero obedece
completamente a los judíos, cuyas decisiones y planes son para nosotros leyes irrecusables. Mas la
preponderancia financiera de un pueblo no seria por si sola, razón suficiente para citarla ante el
juicio popular. Si este pueblo es en realidad mas apto e inteligente, mas diligente y tenaz que
nosotros, si tiene cualidades de que como miembros de una raza inferior y poro diligente
carecemos, esto no constituye un derecho para exigir de aquel que nos rinda estímulos del
antisemitismo, pero no es suficiente para explicar la existencia misma de esta cuestión, salvo en el
sentido de que las causas secretas de la superioridad financiera de los judíos constituyan parte del
todo del problema. Y en lo referente a la aversión social, puede asegurarse que existen en el
mundo, sin duda, muchos mas no-judíos antipáticos que judíos simpáticos pueda haber.
No existe un solo publicista judío que mencione los motivos políticos de la cuestión, y si alguno los
roza, es solo para limitarlos y localizarlos. No es cuestión aquí del patriotismo local de los judíos,
aunque también del mismo se duda con fundamento en muchos países. De este "patriotismo" se
habla en Inglaterra, Francia, Alemania, Polonia, Rusia, Rumania, y hasta oímos hablar horrores de
él en los mismos Estados Unidos. Se han publicado libros, escrito crónicas profusamente repartidas,
se combinaron estadísticas con habilidad suma, para probar que los judíos cumplieron lealmente
con sus deberes de ciudadanos en aquellos países en que casualmente vivían. Empero, queda en
pie el hecho de que, pese a estos intentos sumamente activos y bien documentados, la opinión se
mantiene contraria y sigue siendo más fuerte cada día. Aquellos hebreos que cumplieron en los
ejércitos lealmente con sus deberes y evidenciaron su cariño y entusiasmo, no pueden borrar la
pésima impresión que como oficiales, soldados y civiles dejaron otros que no los cumplieron.
Pero en realidad no se trata de este aspecto cuando se menciona el elemento político de la cuestión
judía. Es fácil comprender que los judíos amen menos a las naciones en que viven que a aquellas
que ellos forman. La historia hebrea es la de una peregrinación a través de todas las naciones del
globo. Si consideramos únicamente a los hebreos contemporáneos, veremos que no existe raza
alguna que habite tantos lugares de nuestro planeta como la suya. Poseen, pues, un sentido
mundial mas nítido que ningún otro pueblo, porque el mundo fue su eterno sendero. Es preciso
eximir al judío de culpa, al no sentir tanto cariño por la tierra en que vive como los naturales. El
hebreo es siempre ciudadano del mundo, bajo cualquier bandera puede portarse correctamente en
lo referente a ciudadanía política, pero es inevitable que tenga un concepto distinto del valor
nacional de una bandera que el súbdito que no reconoce mas que una bandera única como suya.
Consiste el elemento político de la cuestión judía en el hecho de que los hebreos constituyen una
nación dentro de las demás naciones. Especialmente en Norteamérica lo niegan algunos de sus
publicistas, pero el espíritu judío desmintió siempre el celo extremado de estos paladines de su
causa. No se intuye claramente el por que de la originalidad en negar este hecho con tanta
insistencia. Cuando llegue el pueblo de Israel al convencimiento de que su misión universal no
puede cumplirse valiéndose del Becerro de Oro, se admitirá probablemente su ciudadanía mundial
con respecto a la Humanidad, y también su insuperable solidaridad con respecto a su propia raza,
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