Page 51 - El judío internacional
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una poderosa razón el hecho de que estos existen ya desde hace siglos en forma de viejo y secreto
ideal de raza, para una respetuosa tolerancia y hasta para su realización por otra parte de la actual
generación. Ninguna idea arraiga mas profundamente en la raza judía que la que ellos forman una
nación privilegiada, y de que su porvenir será mas prospero de lo que ha sido su pasado. Una parte
considerable de la humanidad cristiana acepta esta tesis y hasta puede ser cierta, pero, en un
Universo moral, no puede manifestarse con métodos como los que fueron empleados y se siguen
empleando.
Mas al citar la antigüedad de la idea del Pueblo privilegiado, solo se desea facilitar el razonamiento
de que no seria obvio que entre los numerosos programas que se han ido formando en torno de
esta idea para su realización práctica, también existiera uno en cuya preparación hayan colaborado
las más claras inteligencias de Israel con lo mejor de su intelecto y corazón, a fin de asegurar se
éxito. Que tal plan exista lo creyeron muchos sabios que penetraron profundamente en las
relaciones secretas del mundo, y el que dicho plan haya sido ensayado con diversas sayas, por
decirlo así, en mas de un escenario nacional, antes de su definitiva función en el teatro mundial, es
convicción y creencia de personas cuya inteligencia no puede discutirse tampoco.
Tal vez fuese posible que tuviéramos aquí que ocuparnos de un asunto del que los judíos actuales y
hasta los más importantes internacionalistas no son responsables originalmente. Acaso formen
parte de su vieja herencia mosaica. Si se tratara de una creación moderna, cabe la suposición de
que desaparecería con la misma rapidez con que apareció.
Otro prejuicio que se debe evitar es creer que cada judío con quien se tropiece conoce la existencia
de este programa. La idea básica del triunfo final de Israel es familiar a cada hebreo que no haya
perdido el contacto con su pueblo, mas en detalle ignora los planes trazados para la realización de
este triunfo. El hebreo corriente no entra en las combinaciones del núcleo secreto, salvo en casos
muy excepcionales. Se comprenderá en cambio que la realización del triunfo final no contaría a
judío alguno y si efectivamente los medios utilizados fueran un tanto violentos, no vería cada judío
en ello sino una recompensa muy pequeña por los sufrimientos que, en opinión de todos los
hebreos, ha hecho padecer en largos siglos a los hijos de David en mundo no-judío.
Eliminados estos dos prejuicios, se llega a la inevitable conclusión de que si existe en la actualidad
tal programa judío para conseguir la hegemonía mundial, este por fuerza debe existir a sabiendas y
con la activa ayuda de determinado numero de individuos, y que estos deben tener una dirección
oficial. Arribando a esta conclusión, los investigadores quedaran, sin duda, sin poder seguir
adelante. La idea de un soberano judío resulta demasiado ridícula para la mente de quien no esta
en constante contacto con la cuestión primordial Y, sin embargo, no existe raza alguna que soporte
más voluntariosa la autocracia que la judía, ninguna que ansíe y respete el poderío mas que ella.
Únicamente su compresión del valor del poderío explica el extraño desarrollo de todas sus
manifestaciones. Es el judío cazador de fortunas, por la simple razón de que hasta hoy el dinero es
lo único que conoce, porque le ofrece medios para forjarse cierto poderío. Los judíos que lograron
determinada preponderancia por medios distintos, son relativamente pocos. No es esto una tesis
antisemita; un célebre médico judío inglés expresa lo mismo diciendo: "Los restantes medios para
lograr prerrogativas sociales les están prohibidas. Y cuando sabe que la fortuna le asegura títulos,
estima e influencias ¿se le puede reprochar su deseo de amasar riquezas para adquirir con ellas
una posición social y hasta la sociedad entera, que se inclina tan inicuamente ante el Becerro de
Oro?
No se opone el judío a los reyes propiamente dichos, sino a aquellas formas de Estado que
rechazan un rey judío. El autócrata futuro será un monarca judío sentado en el trono de David;
coinciden en este detalle todas las antiguas profecías y los documentos del plan de hegemonía
mundial.
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