Page 53 - El judío internacional
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Luego de publicadas sus decisiones el Sanedrín de 1807 declaro que se identificaba totalmente con
                  el Sanedrín antiguo y que era "una asamblea legal revestida del necesario poder para decretar
                  ordenanzas que favorecieran el bienestar del pueblo de Israel".

                  Radica la importancia de estos hechos en que todo cuanto hagan los jefes actuales del judaísmo
                  para mantener la política y la constitución de Israel, no significa nada nuevo ni puntos de vistas
                  contemporáneos, como tampoco puede ser prueba de un programa moderno. En vista de la
                  estrecha mancomunidad del pueblo hebreo, seria perfectamente natural que el antiguo Sanedrín
                  existiera aun. Parece haber reunido este antiguo Sanedrín una jerarquía suprema, integrada por
                  diez miembros que se distinguían especialmente en dignidad ante los demás miembros, y seria
                  perfectamente natural que se agruparan hoy los jefes del judaísmo en juntas separadas, según los
                  países de residencia y los objetivos especiales de cada grupo.

                  Se reúnen todos los años los judíos más influyentes de todos los países en asamblea universal;
                  acusan las convocatorias un poder autoritario propio, sin miramientos de ninguna índole. Jueces de
                  las mas altas categorías en los Tribunales Supremos de diversos países, financistas internacionales,
                  oradores hebreos del "liberalismo", que son escuchados y apreciados también por elementos no-
                  judíos, estrategas políticos pertenecientes a todos los partidos del mundo entero, reúnense donde
                  se les ocurre, y de los temas de sus debates solo publican aquello que consideran conveniente. No
                  es de suponer que todos cuantos participan de estas asambleas sean también miembros del más
                  secreto núcleo central. La lista de dichos delegados suele contener docenas de nombres que nadie
                  desearía mezclar con los lord Reading (Isaacs), o del juez Brandeis. Cuando se reúne el moderno
                  Sanedrín (y lo más natural del mundo seria que lo hiciera), es dentro del más serio circulo de
                  personas que también gozan de la aprobación de la aristocracia financiera, intelectual y potencial
                  judías.

                  Existe el mecanismo de un súpergobierno mundial judío, listo para ser puesto en marcha. Todo
                  hebreo esta persuadido de que posee la mejor religión, la mejor moral, las mejores costumbres
                  sociales, el mejor método de educación y el mejor ideal de gobierno. No necesita salirse del circulo
                  de lo que considera lo mejor, cuando desea hacer algo para favorecer el bienestar, o realizar algún
                  programa relativo al resto de la humanidad.

                  De este viejo mecanismo, del que el judío se sirve en todas sus manifestaciones, solo se dejan ver
                  algunas piezas. Existen reuniones parciales de las principales cabezas en el terrero de la finanza, de
                  la política o del intelecto. A estas reuniones se les concede a veces publicidad. Otras se efectúan en
                  cualquier capital del mundo y sin exteriorizar su objeto; arriban a determinada población, discuten
                  y se van.

                  Resta aun por averiguar la existencia de un soberano universalmente reconocido. Más de ningún
                  modo es posible dudar de la existencia de una política que podría denominarse "de asuntos
                  exteriores", vale decir, de ciertos puntos de vista de un plan activo relacionado con la humanidad
                  no-judía. El hebreo se siente siempre como viviendo dentro de un mundo de enemigos, mas se
                  considera también al mismo tiempo, miembro de un pueblo, de un único pueblo. Debe, por ende,
                  frente al resto del mundo, ejercer una política exterior. Necesariamente tiene que ocuparse de los
                  asuntos universales, que, por otra parte, no puede hacer sino reflexionando sobre el ulterior
                  desarrollo de los mismos, reflexión de su parte que por fuerza tiene que inducirle a intentar
                  influenciarlo en su favor.

                  El invisible gobierno judío, su posición frente al resto de la humanidad no-judía, y su política a
                  seguir en el porvenir, no son, por tanto, tan absurdos como pudiera parecer en principio. Al
                  contrario, dada la tan extraordinaria posición del judaísmo, todo resulta perfectamente natural. No
                  se su posición mundial realmente a propósito para que dormiten confiadamente, sino que hasta los







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