Page 63 - El judío internacional
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hebreos en todos los partidos de la vida publica. Hebreos aparecen a la cabeza del movimiento
capitalista, y hebreos al frente del anticapitalismo obrero, y hebreos en las cúspides de
organizaciones, para las que aquellos partidos carecen aun de la necesaria violencia. Al frente de la
justicia inglesa, tanto como en la de la Rusia soviética, hay hebreos. ¿Cómo afirmar su mutua
unidad de conceptos, representando ideas tan contradictorias?
Se deja constancia de esta unidad general y de la mancomunidad de la intención en la totalidad del
plan en la tesis 9, donde se expresa: "Hombres de todas las tendencias y opiniones están a nuestro
servicio, tanto partidarios de la idea monárquica como demócratas, socialistas, comunistas,
sindicalistas y otros. Somos nosotros los que les colocamos en su puesto. Socava cada uno de ellos
a su manera hasta el último resto de autoridad, tratando de modificar todo orden existente. Todos
los gobiernos fueron debilitados por tales luchas. Más nosotros no les dejaremos en paz ni sosiego
hasta que hayan plenamente reconocido nuestro súpergobierno.
El efecto de estas "ideas" esta ilustrado en el décimo Protocolo, donde se dice: "Desde que
inculcamos el veneno del liberalismo en las organizaciones gubernativas, modificóse
fundamentalmente su cariz".
Consiste la idea fundamental de los Protocolos frente al mundo en la posibilidad de poder utilizar
una idea como eficacísimo veneno. Los autores de dichos Protocolos no creen en nada; ni en el
liberalismo, ni en la democracia, sino que fraguan métodos de como se debe propagar
constantemente tal idea, para con su ayuda anular la sociedad humana, dividirla en partidos
antagónicos y destruir la potencialidad de ideas fundamentales mancomunadas en un montón de
contradictorias opiniones. Para ello el veneno de una "idea" es el arma predilecta.
Alcanza hasta a la familia y su educación el plan de utilizar ideas en esta forma destructora, y se
afirma: "Por medio de principios y teorías educativas, que en nuestra propia opinión resultan
evidentemente falsas, pero que, no obstante, hemos lanzado, equivocamos, atolondramos y
perturbamos la juventud de los infieles". (Tesis 9). Y expresase con respecto a la vida familiar:
"Cuando hayamos inculcado a cada individuo el orgullo de su propia importancia, destruiremos
entre los infieles la santa influencia de la vida hogareña y su importancia educativa". (Tesis 10).
Y se dice en un párrafo, cuya lectura podría suministrar mucho material de reflexión al lector
estudioso: "Hasta tanto madure el tiempo, dejadles que se diviertan... Desempeñen entonces entre
ellos su importante papel todas esas teorías malsanas, que nosotros les indujimos a tomar por
científicas. A tal fin nos esforzaremos mediante nuestra prensa en despertar en ellos una ciega fe
en estas teorías... Recordad los éxitos que nosotros hemos hecho alcanzar a las teorías del
darwinismo, del marxismo y de la filosofía de Nietzsche. Ha de constarnos con claridad absoluta su
desmoralizador efecto sobre el espíritu de los infieles". (Tesis 2)
Se deduce de cada línea de los Protocolos, el hecho de que al leerse estos documentos, la
descomposición de la sociedad no-judía estaba haciendo evidentes progresos. Es preciso recordar
que los Protocolos no pretendían aplauso ni ayuda a un plan propuesto a discusión, sino que
fríamente anotan y hacen constar los progresos logrados a raíz de un programa que se estuvo ya
realizando "siglos ha" y "desde hace largo tiempo". Contienen así una larga serie de éxitos ya
conseguidos, como también muchas otras perspectivas sobre éxitos a alcanzar. La destrucción de la
sociedad humana, mas o menos el año 1896 o cuando se hayan leído estos documentos, estuvo
verdaderamente en un estado de satisfactoria realización.
Es preciso tener presente que en modo alguno presentase como objetivo primordial el de aniquilar
a los no-judíos, sino solo el de sojuzgarles, primero al invisible súpergobierno citado en los
Protocolos, y después a la suprema voluntad de aquel a quien designarían como presidente mundial
o autócrata universal los poderes invisibles. Para ello es necesario dominar a los no-judíos, primero
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