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DAVID FERNÁNDEZ LAGO

¿Qué es lo más complicado y lo más gratificante de tu profesión según tu criterio?
Hay tantas cosas. Lo más complicado para mí siempre fue lo ajeno a la actividad propiamente docente con
los alumnos. Montones de papeles absurdos y reuniones improductivas. En cuanto a lo esencial lo más difícil
es crear en el aula y con tus alumnos ese clima que es mezcla de admiración, respeto y cariño que favorece
el proceso de enseñar.
Lo más gratificante siempre es cuando un alumno te vuelve a saludar con afecto y te hace sentir que un día
le ayudaste, o cuando los ves triunfar en la vida y te sientes orgulloso por lo poco en lo que tú hayas
contribuido a su éxito, o cuando una alumna como tú, María, te emociona con su cariño e inmerecida
gratitud hacia ti como profesor.
Se oye mucho que la enseñanza hoy está pasando un momento complicado. ¿Qué es lo peor del sistema
educativo actual?
No hay un modelo educativo claro y la política hace uso de la educación como herramienta ideológica y
arma arrojadiza. No se busca consenso sobre lo básico y se sacan leyes como churros que, en muchos casos,
son de una complejidad teórica tan absurda que resultan difíciles de entender. Si algo hay de positivo en
una ley no se respeta porque fue elaborada por otro partido. Los debates sobre la educación, no obstante,
son comunes a muchos otros países y no es fácil encontrar la solución. Se debe mejorar en el clima de
respeto en las aulas y en la formación del profesorado. Es un trabajo muy difícil y uno no debería llegar a él
de cualquier forma, sin procesos serios de formación y selección.
¿Crees que actualmente la figura del maestro o profesor está devaluada? ¿A qué crees que es debido?
Sí que lo está. Tiene que ver con las tendencias sociales. Cuando se transmiten como valores formas fáciles
de ganar dinero o de triunfar sin mucho esfuerzo ni conocimientos estás creando un modelo negativo. Otra
tendencia fue en el tránsito de la dictadura a la democracia. El deseo de dar a entender que ahora todos
éramos iguales y que la igualdad había llegado a todos los lugares hizo que se confundieran las cosas y los
propios profesores hacíamos gala de ello poniendo a alumnos y profesores en un mismo nivel. Hay muchas
más pero esto se haría muy largo. La enseñanza es piramidal y si no lo es sobran los profesores que son los
que enseñan desde un conocimiento adquirido y reconocido. La mayor inversión de un país ha de ser en una
buena educación que forme a ciudadanos con criterio propio. Antes, cuando el profesor entraba en clase, los
alumnos, que estaban sentados, se levantaban. El respeto hacia lo que el profesor representa es muy
importante porque eso indica que estás en un país que quiere estar formado por ciudadanos libres,
independientes y no fácilmente manejables. Eso es bueno. ¿O no?
¿Qué es lo que te gustaría haber enseñado a tus alumnos y que no has podido llevar a cabo plenamente?
¿Qué valores has intentado inculcar a los alumnos en tu etapa como profesor?
Uno siempre aspira a conseguir que en tu materia adquieran los mejores niveles pero es muy difícil y no
siempre depende de ti. A veces frustra un poco. Aparte de los valores universalmente reconocidos yo
siempre les he dicho que vivan la vida intensamente porque es una la que tenemos y que lo hagan sin hacer
daño a nadie.
A veces en clase las situaciones pueden volverse tensas, cuéntame alguna vez en la que un estudiante
te hizo perder la paciencia, ¿cómo reaccionaste?
Fue en los primeros años y lo peor no era perder la paciencia sino los papeles. Gritar, amenazar o cosas así.
Me sobran dedos de una mano para contar los casos y fue hace muchos años. En 35 años no he expulsado a
ningún alumno de mi clase.
Has sido profesor, cargo directivo, ¿con qué ocupación te has sentido más cómodo?
Estuve 10 años como Jefe de Estudios adjunto y tras dos años iniciales más duros porque veníamos de una
situación complicada, el resto del tiempo llegué a disfrutar porque, a pesar de que te tocan todos los
conflictos y algunos son complicados, aprendes mucho y desarrollas muchas armas para enfrentarte a
situaciones complejas. Aprendí mucho e intenté ayudar a alumnos y compañeros y a luchar por el Instituto.
A veces me sentí reconocido y eso me resultó muy gratificante aunque, también he de decir que me entregué
en cuerpo y alma y alguna factura he tenido que pagar por ello. Era un buen puesto para ayudar a los que
más problemas tenían aunque , claro, también tienes que castigar y eso…
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