Page 64 - La Cocina del Diablo
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-      Nuestros adversarios desgraciadamente han logrado imponer, de aquí y de allá, prohibiciones de una
         pura forma. Pero carece de importancia real. Un control eficaz no puede ser realizado, pues nada resiste a la
         ganancia.  Se  continúan  utilizando  los  productos,  se  importan  víveres  provenientes  de  países  donde  son
         tolerados.
         -      En los Estados Unidos, el control es muy estricto y las sanciones severas, contestó Murduscatu.
         -      ¡En ninguna parte del mundo, se utilizan tantos venenos! contradijo Azo.
         -      En Suiza  y en Italia, los ministerios publican periódicamente la lista de los productos autorizados,
         encareció Murduscatu.
         -      ¡Sin duda, pero ninguno de ellos es inofensivo!
         -      Las infracciones conllevan a las consecuencias.
         -      ¡Pero no hay control posible! Así conservamos, en la práctica, las viejas costumbres, se impacientó
         Azo.
                Murduscatu no había terminado:
         -      Nuestro agente disimula voluntariamente los rudos fracasos que ha tenido, estos últimos meses, en
         Alemania occidental.
         -      ¿Cuáles?
         -      Ud. sabe que en Stuttgart y Duisbourg, nuestros distribuidores de nitrito han sido desenmascarados, y
         veinticinco  de  nuestros  agentes  detenidos.  Lo  que  Ud.  ignora,  es  que  otras  ciudades,  han  habido  cien
         condenas de multa y penas de prisión, por el mismo motivo.
                "En Munich, se descubrió una miel de origen alemana que era falsificada. En la misma ciudad, surgió
         un escándalo porque una empresa de salchichería utilizaba carnes y tripas contaminadas. Un periodista que
         nos quiere mal publicó que se fabricaban algunos tipos de mantequilla con los residuos sucios e insalubres de
         una compañía lechera".
                El Diablo hizo un gesto de cólera.
         -      ¡Azo, Ud. me crea problemas! ¿Por qué esta negligencia?
                Murduscatu dejó tiempo al agente para preparar su defensa.
         -      Se han desenmascarado otros fraudes del mismo tipo en Wurtemberg y Bavaria, dijo también.
         -      Los acusados eran inocentes, gracias a los amigos que tengo en el  Servicio de fraudes, respondió
         Azo, no se dio lugar a ninguna encuesta.
         -      ¡Lo  que  tuvo  como  resultado  la  puesta  en  prisión  de  los  funcionarios  corrompidos!  declaró
         Murduscatu en tono categórico.
         -      ¡Satánica historia! rugió el Diablo.
                Murduscatu continuó:
         -      Es una lechería mayorista, nuestros enemigos pudieron comprobar que la leche sólo contenía el 0.5%
         de  cuerpos  grasos,  en  lugar  del  5%  reglamentario.  A.  Geisenheim,  nuestro  agente  No.  A.W.  37748  fue
         echado a la mazmorra, luego de haber distribuido entre la población, durante años, millones de litros de vinos
         y champagnes sintéticos.
         -      El  no  tuvo  suerte,  dijo  Azo.  Sus  falsificaciones  eran  tan  perfectas  que,  a  pesar  del  análisis,  los
         controladores de los vinos se equivocaban.
         -      Bien.  Pero  el  No.  A.W.  37748,  hacía  sus  compras  de  drogas  prohibidas  muy  tosca  y
         imprudentemente.
         -      ¡A eso yo nada puedo hacer! dijo Azo.
                El Patrón saltó.
         -      ¿Acaso no es Ud. responsable de todo lo que sucede en su departamento?
                Murduscatu, el administrador en jefe, adelantó algunos pasos, y tendió su mano de esqueleto a Azo.
         -      ¡El no ha revelado tampoco que luego de estos escándalos, el 14 de noviembre de 1958, la República
         Federal Alemana promulgó una nueva ley que hace la actividad de nuestro agente imposible en este país!
         -      ¡No ha dicho una palabra! grito el Diablo.
                Pero Azo quedó flemático.



         La Cocina del Diablo – Gunther Schwab                                                                63
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