Page 146 - Libro Orgullo y Prejuicio
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imprudencia, tengo la satisfacción de añadir que supe aquel proyecto por
        ella  misma.  Fui  a  Ramsgate  y  les  sorprendí  un  día  o  dos  antes  de  la
        planeada fuga, y entonces Georgiana, incapaz de afligir y de ofender a su
        hermano a quien casi quería como a un padre, me lo contó todo. Puede
        usted imaginar cómo me sentí y cómo actué. Por consideración al honor y
        a los sentimientos de mi hermana, no di un escándalo público, pero escribí
        al  señor  Wickham,  quien  se  marchó  inmediatamente.  La  señora  Younge,
        como es natural, fue despedida en el acto. El principal objetivo del señor
        Wickham era, indudablemente, la fortuna de mi hermana, que asciende a
        treinta  mil  libras,  pero  no  puedo  dejar  de  sospechar  que  su  deseo  de
        vengarse  de  mí  entraba  también  en  su  propósito.  Realmente  habría  sido
        una venganza completa.
          Ésta es, señorita, la fiel narración de lo ocurrido entre él y yo; y si no la
        rechaza usted como absolutamente falsa, espero que en adelante me retire
        la acusación de haberme portado cruelmente con el señor Wickham. No sé
        de qué modo ni con qué falsedad la habrá embaucado; pero no hay que
        extrañarse  de  que  lo  haya  conseguido,  pues  ignoraba  usted  todas  estas
        cuestiones.  Le  era  imposible  averiguarlas  y  no  se  sentía  inclinada  a
        sospecharlas.
          Puede  que  se  pregunte  por  qué  no  se  lo  conté  todo  anoche,  pero
        entonces no era dueño de mí mismo y no sabía qué podía o debía revelarle.
        Sobre la verdad de todo lo que le he narrado, puedo apelar al testimonio
        del coronel Fitzwilliam, quien, por nuestro estrecho parentesco y constante
        trato, y aún más por ser uno de los albaceas del testamento de mi padre, ha
        tenido que enterarse forzosamente de todo lo sucedido. Si el odio que le
        inspiro invalidase mis aseveraciones, puede usted consultar con mi primo,
        contra quien no tendrá usted ningún motivo de desconfianza; y para que
        ello sea posible, intentaré encontrar la oportunidad de hacer llegar a sus
        manos esta carta, en la misma mañana de hoy. Sólo me queda añadir: Que
        Dios la bendiga.
                                    Fitzwilliam Darcy.
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