Page 173 - Libro Orgullo y Prejuicio
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La señora Gardiner censuró su tontería.
—Si sólo se tratase de una casa ricamente amueblada —dijo— tampoco me
interesaría a mí; pero la finca es una maravilla. Contiene uno de los más bellos
bosques del país.
Elizabeth no habló más, pero ya no tuvo punto de reposo. Al instante pasó por
su mente la posibilidad de encontrarse con Darcy mientras visitaban Pemberley.
¡Sería horrible! Sólo de pensarlo se ruborizó, y creyó que valdría más hablar con
claridad a su tía que exponerse a semejante riesgo. Pero esta decisión tenía sus
inconvenientes, y resolvió que no la adoptaría más que en el caso de que sus
indagaciones sobre la ausencia de la familia del propietario fuesen negativas.
En consecuencia, al irse a descansar aquella noche preguntó a la camarera si
Pemberley era un sitio muy bonito, cuál era el nombre de su dueño y por fin,
con no poca preocupación, si la familia estaba pasando el verano allí. La negativa
que siguió a esta última pregunta fue la más bien recibida del mundo.
Desaparecida ya su inquietud, sintió gran curiosidad hasta por la misma casa, y
cuando a la mañana siguiente se volvió a proponer el plan y le consultaron,
respondió al instante, con evidente aire de indiferencia, que no le disgustaba la
idea.
Por lo tanto salieron para Pemberley.